Pisoteando la Historia: Niños arrastran la bandera del 26 de Julio en plena Habana Vieja

En una escena cargada de simbolismo y descontento, un grupo de niños fue visto arrastrando y pisoteando una bandera del Movimiento 26 de Julio por las deterioradas calles del casco histórico habanero. El suceso, presenciado por varios vecinos de la zona, ha generado una ola de comentarios entre los residentes, muchos de los cuales interpretan el acto como un reflejo claro del desencanto y el rechazo de las nuevas generaciones hacia los símbolos de una revolución que sienten ajena y fallida.

La bandera, reconocible por sus franjas negras y rojas y las letras blancas que evocan el asalto al cuartel Moncada en 1953, fue arrastrada por el sucio pavimento, pisoteada y utilizada como balón improvisado por los menores, que según testigos, parecían saber muy bien lo que hacían.

“Estaban riéndose, pateándola, como burlándose de todo lo que eso representa. No fue casualidad, esos muchachos sabían lo que hacían”, relató un vecino que prefirió mantenerse en el anonimato por temor a represalias. La escena tuvo lugar en una zona donde los derrumbes se confunden con los muros originales, los apagones marcan el ritmo de vida, y los basureros se amontonan en cada esquina.

Este acto, aunque realizado por niños, se ha convertido en una poderosa imagen del malestar que atraviesa a la población cubana, especialmente entre los más jóvenes, que no ven futuro ni esperanza en los relatos heroicos del pasado. “Ellos nacieron entre ruinas, con hambre, sin luz y sin agua. ¿Cómo van a respetar algo que solo les ha traído miseria?”, cuestionó una mujer mayor que observó la escena desde su balcón.

La bandera del 26 de Julio, convertida por el régimen en un ícono sagrado de la llamada Revolución Cubana, parece haber perdido su significado entre quienes deberían heredar su legado. Para muchos, este episodio no es más que el reflejo de un sistema agotado, cuyo discurso ya no convence ni a los más jóvenes.

En medio de las sombras que envuelven a La Habana Vieja, donde las farolas no iluminan y la historia pesa más que la esperanza, los niños jugaron con la bandera como si fuera un trapo más. Y quizás, sin saberlo del todo, escribieron una página más honesta que muchas de las que se recitan en las aulas cubanas.

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