
12 días de castigo para Michel Bárcena tras denuncia carcelaria
Michel Fernando Bárcena Mompié fue castigado tras denunciar las condiciones infrahumanas en prisión: “Lo metieron 12 días en una celda como represalia”
Luego de haber lanzado un angustioso mensaje desde prisión, donde denunció que los presos están “respirando enfermedad física y mental”, el joven cubano Michel Fernando Bárcena Mompié, uno de los condenados por participar en las protestas del 11 de julio (11J), fue brutalmente castigado por las autoridades penitenciarias del régimen cubano.
A raíz de su denuncia, fue encerrado en una celda de castigo durante 12 días. Según información obtenida por este medio, fue confinado en un espacio minúsculo e insalubre. Durante las madrugadas, los carceleros abrían las llaves de agua para empapar el suelo, y como su única “cama” era un pedazo de cemento, los pies le colgaban y quedaban cerca del charco. El agua le salpicaba constantemente, impidiéndole dormir y afectando aún más su ya precario estado de salud.
Una vez finalizado el encierro, las autoridades comunicaron a su madre que no sería trasladado a otro centro. Sin embargo, en una nueva muestra de arbitrariedad, fue llevado nuevamente hacia la prisión en Bayamo, en condiciones desconocidas.
A esta situación se suma un grave problema de salud: Michel padece una fuerte alergia y, a pesar de que los funcionarios tienen conocimiento de ello, fue obligado a ponerse el uniforme de recluso, lo que agrava su condición médica. La imposición del uniforme, además de ser una forma de control, ha sido usada en su caso como una herramienta de tortura psicológica y física.
Este nuevo acto represivo contra Bárcena Mompié pone en evidencia el patrón sistemático de abusos cometidos por el sistema penitenciario cubano contra los presos políticos que se atreven a denunciar públicamente las violaciones que sufren. En lugar de proteger los derechos humanos, las autoridades responden con castigos crueles, maltratos y engaños a las familias.
La denuncia de Michel, reproducida por este medio el pasado 6 de abril, ya reflejaba la gravedad de su situación. Pero lo que ha ocurrido después demuestra que levantar la voz desde una prisión cubana puede costar caro. Su caso, como el de tantos otros, clama por la atención de organismos internacionales de derechos humanos.
La dictadura sigue utilizando el encierro y el castigo como armas de silenciamiento. Y Michel, como tantos otros jóvenes del 11J, está pagando con sufrimiento físico y mental el haber salido a exigir libertad para su país.







Deja un comentario