
Preso cubano Georlys Olazábal Drake cumple su cuarto día en huelga de hambre exigiendo la revisión de su causa
Georlys Olazábal Drake, ex miembro activo del Movimiento Somos +, cumple hoy su cuarto día en huelga de hambre dentro de una prisión cubana, donde cumple una condena de 15 años por un delito de tráfico de personas que asegura no haber cometido. Su protesta pacífica busca llamar la atención de las autoridades y exigir la revisión de su causa, una petición que lleva más de un año sin respuesta.
Acusado de tráfico de personas, Georlys fue sentenciado pese a que en el proceso no se presentaron pruebas de lucro personal ni se hallaron evidencias de que hubiera recibido beneficios económicos. No poseía dinero, bienes ni llevaba un estilo de vida que indicara ganancias por este presunto delito. Lo único que hay en su historial es un profundo y reiterado deseo de abandonar el país, incluso en intentos fallidos que lo llevaron a enfrentar situaciones extremas.
Lo más alarmante es que cuando llegó la sentencia condenatoria, ni su abogado defensor ni el juez estaban en el país. El abogado Walter Marzo Mulet que supuestamente lo representaría ya se encontraba en Estados Unidos, y el juez del Tribunal Provincial, que pertenece a la Fiscalía Militar, también había emigrado a EE.UU.. Esto deja al descubierto el absoluto abandono y la falta de garantías legales en el proceso judicial contra Georlys.
En una de esas intentonas, fue secuestrado por una banda criminal en México, experiencia que narró años atrás en el diario independiente 14ymedio. Logró escapar de aquel infierno, fue deportado a Cuba, y desde entonces vive bajo una constante vigilancia por parte de la Seguridad del Estado.
La historia de Georlys está marcada por la represión. Su participación en Somos +, cuando el movimiento era liderado por Eliecer Ávila, lo convirtió en blanco de las autoridades. Fue él quien compró la vivienda de Ávila cuando este partió al exilio en Estados Unidos, y desde entonces, la persecución política se intensificó. Esta es la segunda vez que Georlys va a prisión. La primera fue por consumo de marihuana, tras encontrarle un cigarro en un zapato durante una detención. Ambas condenas llevan la impronta de un castigo orquestado por motivos políticos, aunque maquillado bajo supuestas causas comunes.
El caso actual que lo mantiene tras las rejas es particularmente delicado. Según su testimonio, planeaba abandonar el país en una embarcación rústica junto a otras personas, algunas extranjeras procedentes del continente africano que utilizaban a Cuba como puente hacia Estados Unidos. Él afirma que no organizaba la salida ni cobraba dinero; al contrario, invirtió sus ahorros en una huida que nunca llegó a concretarse, pues la embarcación ni siquiera llegó a construirse.
Durante todo el proceso, Georlys ha estado desamparado legalmente. Los abogados que ha tenido no han logrado avances en su defensa y las autoridades le han negado el acceso a fiscales para presentar personalmente sus argumentos y pruebas. Esta situación lo ha llevado al límite, al punto de iniciar una huelga de hambre como último recurso para ser escuchado.
“Georlys no cesará su huelga hasta que algún fiscal tome su caso en serio e investigue lo que realmente pasó”, aseguran allegados. Su protesta es también la de muchos cubanos que, agobiados por la crisis, intentan escapar del país y terminan criminalizados bajo cargos desproporcionados o infundados.
El caso de Georlys Olazábal Drake, silenciado por años, merece atención. No solo porque involucra una condena injusta, sino porque pone en evidencia cómo el régimen cubano manipula la justicia para castigar a quienes considera “enemigos políticos”, aunque intente disfrazarlo como delitos comunes.
Desde su celda, en huelga de hambre, Georlys clama por una justicia que en Cuba parece solo estar disponible para quienes no cuestionan al poder.







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