Fallece Mons. Manuel Hilario de Céspedes: una vida de entrega, fe y amor por Cuba

La Iglesia Católica cubana ha recibido con profundo dolor la noticia del fallecimiento de Mons. Manuel Hilario de Céspedes García-Menocal, quien partió esta noche a la Casa del Padre, dejando un legado imborrable de servicio pastoral, humildad y amor a su pueblo.

Nacido el 11 de marzo de 1944 en el barrio habanero de La Víbora, Mons. Manuel Hilario fue el menor de cinco hermanos, entre ellos el recordado Mons. Carlos Manuel de Céspedes. Su vida estuvo marcada desde el inicio por un fuerte sentido de vocación y por una herencia familiar comprometida con los ideales de libertad y fe, que lo condujeron a servir a su país desde la espiritualidad.

Tras el exilio familiar en Puerto Rico, donde estudió Ingeniería Eléctrica, siguió su llamado al sacerdocio en el Seminario San José de Caracas, Venezuela, donde fue ordenado sacerdote el 21 de mayo de 1972. No fue sino hasta el 15 de septiembre de 1984 que regresó a Cuba, su patria, para continuar su misión pastoral. Su regreso, luego de 23 años fuera, fue un acto de amor profundo por la Isla y su gente.

Incardinado en la diócesis de Pinar del Río, Mons. Manuel Hilario —afectuosamente llamado “P. Manolo”— desempeñó su ministerio con entrega total. Fue párroco en comunidades como Las Minas de Matahambre y Santa Lucía, y posteriormente en la parroquia de San Francisco de Asís, en el Reparto Hermanos Cruz, así como en la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad, de la cual fue también administrador parroquial. En cada rincón al que fue enviado, dejó una huella de cercanía, compromiso y fe.

Su estilo pastoral fue marcado por la sencillez y la apertura al diálogo. Solía esperar en los bancos del templo para escuchar confesiones o anotar intenciones, y su puntualidad y presencia constante eran símbolo de su entrega. Para los jóvenes fue especialmente significativo: compartía con ellos desde espacios formativos hasta momentos lúdicos, sin perder nunca su esencia sacerdotal. Participaba en encuentros, conciertos, y hasta se le podía ver cantando “Yolanda” o tomando un helado tras la misa.

El Padre Manolo fue también guía espiritual en el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC) en 1986 y en su encuentro conmemorativo (ECO), asesor de la Revista Vitral, Canciller de la Curia Diocesana y referente de la Pastoral Juvenil. En todas estas funciones demostró ser un pastor de espíritu abierto, con capacidad para formar, corregir y animar.

Con su frase característica —“Para servir a Dios, a la Patria y a usted”— respondía a quien le agradecía cualquier gesto. Esta consigna resume su vida entera: un compromiso incondicional con Dios, con Cuba y con cada persona que cruzó su camino.

Su método pastoral se basaba en la comunidad, la formación, la misión y la participación. Las fiestas patronales en sus parroquias eran precedidas por misiones casa por casa, formación para los misioneros y organización comunitaria en la que todos tenían un rol. El resultado: comunidades vivas y activas, alimentadas por una fe profunda y compartida.

Mons. Manuel Hilario fue nombrado Obispo de Matanzas el 7 de mayo de 2005 por el Papa Benedicto XVI. Allí, los matanceros lo recuerdan con afecto y respeto. Hoy, sin embargo, son los fieles de Pinar del Río quienes lo despiden con dolor y gratitud, recordando no solo al obispo, sino al padre cercano, al pastor incansable, al hombre que supo vivir la fe con alegría, profundidad y entrega radical.

En tiempos de crisis moral, humana y espiritual, la vida del P. Manolo se vuelve faro y testimonio. Su paso por este mundo deja una lección viva de lo que significa servir, acompañar y amar sin condiciones. Hoy Cuba despide a un hijo noble, a un pastor entregado y a un hombre cuya humildad fue, sin duda, el signo más visible de su grandeza.

Descanse en paz, Mons. Manuel Hilario de Céspedes García-Menocal. Su vida fue un regalo para esta tierra, y su memoria vivirá en el corazón de quienes lo conocieron y amaron.

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