
Hambre, castigos y desamparo: las condiciones inhumanas en la prisión de Mar Verde
La prisión de máxima seguridad de Mar Verde, en Santiago de Cuba, se ha convertido en un escenario de sobrevivencia extrema para los reclusos, quienes enfrentan hambre, castigos arbitrarios y condiciones de vida infrahumanas. Testimonios desde el interior del penal revelan un sistema penitenciario marcado por la desnutrición, la violencia y la falta de atención médica, donde los presos políticos sufren represalias constantes.
Alimentación insuficiente y desnutrición extrema
Uno de los mayores problemas en Mar Verde es la alimentación. Los reclusos denuncian que la comida que reciben es insuficiente y de pésima calidad. El menú diario consiste en una mezcla de harina y pasta sin condimentos ni nutrientes, acompañada de un condimento que le llaman (bollo de vaca) una masa sin sabor ni valor nutricional. La merienda se limita a una taza de agua con apenas azúcar y una cucharadita de harina de maíz sin sal.
La escasez de alimentos ha provocado desmayos frecuentes entre los reclusos. Muchos dependen de los paquetes de comida que sus familiares les pueden enviar, pero estos son a menudo saqueados por las autoridades penitenciarias, dejando a los presos en una situación aún más precaria. Algunos han llegado a consumir cáscaras de plátano y otros desechos con tal de calmar el hambre.
Castigos y maltratos
Los reclusos que muestran algún tipo de resistencia, especialmente los presos políticos, son trasladados a celdas de castigo donde las condiciones son aún más severas. La falta de acceso a una alimentación adecuada se suma a un ambiente de violencia e inseguridad, con reclusos comunes utilizados como herramienta de represión dentro del penal.
Uno de los castigos más frecuentes es el traslado a colectivos específicos dentro de la prisión, donde los presos políticos son aislados o ubicados junto a delincuentes peligrosos como forma de intimidación. Los traslados arbitrarios buscan quebrar la moral de los reclusos y dificultar la solidaridad entre ellos.
Violencia y control carcelario
El penal de Mar Verde no solo se caracteriza por la falta de alimentación y castigos, sino también por el nivel de violencia que impera dentro de sus muros. Testimonios denuncian la proliferación de drogas, la corrupción de los funcionarios y la manipulación de los presos comunes para ejercer control sobre los detenidos políticos.
Además, los reclusos con problemas de salud mental no reciben atención adecuada y, en muchos casos, son víctimas de abuso y explotación dentro de la prisión. La situación ha generado un clima de desesperanza, donde el maltrato es sistemático y las condiciones de vida rozan la tortura.
Un sistema carcelario diseñado para el sufrimiento
Las denuncias sobre la situación en Mar Verde reflejan la realidad del sistema penitenciario cubano, donde las prisiones funcionan como centros de castigo y represión para opositores políticos y ciudadanos que han desafiado al régimen. La falta de alimentos, las condiciones insalubres y la violencia estructural no son accidentes, sino parte de un mecanismo de control que busca anular la voluntad de los detenidos.
La comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos han denunciado en múltiples ocasiones estas violaciones, pero el régimen cubano continúa ignorando los llamados a mejorar las condiciones carcelarias. Mientras tanto, los presos en Mar Verde y otras cárceles de Cuba siguen luchando por sobrevivir en un sistema diseñado para quebrarlos.







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