Cuba en ruinas: Un jubilado vende maní para sobrevivir y es asaltado por niños en La Habana

La crisis en Cuba sigue profundizándose hasta límites impensables. El testimonio compartido en redes sociales por el activista y colaborador de Cubanet, Adelth Bonne Gamboa, es una muestra desgarradora de la miseria que se ha convertido en el día a día de los cubanos.

Bonne Gamboa relató cómo, al bajar a la calle a comprar cigarros, se encontró con un anciano vendiendo maní, una escena que hace años era común en La Habana, pero que hoy es casi una rareza debido a la crisis económica. “Me asombré al inicio, pues es bien raro desde que el colapso de Cuba se ha puesto de manifiesto más fuerte ver a un manicero”, escribió el activista.

El anciano, que debería estar disfrutando de su jubilación, sobrevive vendiendo maní, pero su lucha diaria no termina ahí. Hace pocos días, en la esquina de Santa Emilia y Durege, tres niños de entre 10 y 12 años lo asaltaron y le arrebataron toda su mercancía. Según Bonne Gamboa, el hijo de una vecina intentó perseguirlos, pero los menores lograron huir. A pesar del robo, el anciano se negó a denunciar el hecho, probablemente porque vende de manera independiente para complementar su pensión, una realidad que enfrentan miles de adultos mayores en la isla.

“Lo que se está viviendo en esta isla no tengo calificativo que lo describa”, expresó el activista, quien aseguró que la escena le recordó las razones que lo llevaron a luchar por un cambio en Cuba. Un jubilado en extrema precariedad, niños convertidos en delincuentes y una sociedad cada vez más rota son parte del reflejo de un país que se hunde en el caos.

La historia del anciano no solo muestra la pobreza extrema en la que viven los cubanos, sino también el deterioro de los valores en una generación que crece en la desesperación y el hambre. Para muchos, este nivel de violencia y descomposición social es una de las consecuencias más devastadoras del colapso cubano.

Mientras el régimen sigue intentando vender una imagen de normalidad, las calles de Cuba cuentan otra historia: una donde los ancianos trabajan para sobrevivir y los niños recurren al robo para saciar el hambre.

“Es bien triste estar en Cuba en estos días”, concluye Bonne Gamboa. Y lo cierto es que, para la mayoría de los cubanos, la tristeza ya se ha convertido en una rutina.

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