
El pan de la libreta en La Habana Vieja: Negro y húmedo
La distribución del pan normado en La Habana Vieja volvió a generar críticas entre los ciudadanos este domingo, cuando las familias recibieron un producto que no solo tenía una textura y color inusuales, sino que además parecía estar húmedo. Los consumidores, quienes dependen de la libreta de abastecimiento para acceder a alimentos básicos, denunciaron la mala calidad del producto.
El pan distribuido, de color oscuro y de apariencia tosca, dejó mucho que desear tanto en sabor como en consistencia. Algunos consumidores, tras partir el pan, descubrieron que estaba húmedo por dentro, lo que despertó preocupaciones sobre la calidad de la harina utilizada, el proceso de producción y las condiciones de almacenamiento.
“Esto no es pan, esto es un insulto”, expresó una vecina de la calle Obispo bajo anonimato. “Es difícil imaginar que, después de tantas carencias, nos entreguen algo así como si fuese un alimento digno”.
La indignación de los consumidores
Esta no es la primera vez que el pan normado causa controversia en la capital. La población ha reportado en numerosas ocasiones problemas con este alimento: desde sabores desagradables y texturas gomosas, hasta tamaños reducidos y evidente mala calidad en los ingredientes. Sin embargo, el estado mojado del pan de esta jornada llevó las críticas a un nivel aún más alto.
Muchos residentes expresaron su frustración en redes sociales y en sus comunidades, mientras que otros simplemente optaron por desechar el pan por considerarlo no apto para el consumo. El mal estado del producto también ha suscitado preocupaciones sanitarias, dado el posible riesgo de contaminación por humedad.
Un sistema en crisis
El pan normado, una de las pocas garantías de la libreta de abastecimiento, se ha convertido en un reflejo de las profundas fallas del sistema alimentario cubano. Las panaderías estatales, responsables de su producción, enfrentan una crisis marcada por la escasez de materias primas, equipos obsoletos y, según algunos trabajadores, una falta de supervisión adecuada en los procesos de calidad.
Mientras tanto, los consumidores se enfrentan a una doble lucha: la de acceder a alimentos básicos y la de garantizar que estos sean comestibles. “Esto no puede seguir así. Estamos pagando por un servicio que no cumple ni con lo mínimo”, comentó Jorge, un jubilado que reside en la zona.
Exigencias de respuestas
Ante la creciente indignación, los habaneros piden respuestas claras a las autoridades y mejoras en la producción y distribución del pan. El silencio o la falta de acciones solo avivan el descontento en un contexto donde la población ya enfrenta graves dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias diarias.
El pan de la libreta no solo es un alimento, sino un símbolo del deterioro de un sistema que ya no puede cumplir con su promesa de garantizar lo básico. ¿Hasta cuándo tendrá que soportar el pueblo productos que, lejos de ser una solución, representan una nueva afrenta a su dignidad?







Deja un comentario