El inicio oficial de la dolarización en Cuba: Un supermercado exclusivo en dólares

El régimen cubano ha dado un paso que evidencia el progresivo abandono de la economía en moneda nacional y la dependencia hacia una divisa que, irónicamente, representa el “imperio” al que aseguran combatir. La inauguración de un nuevo supermercado en la esquina de 3ra y 70 en La Habana marca un punto de quiebre en la realidad económica del país. En este establecimiento, no se aceptan pesos cubanos, ni siquiera la moneda libremente convertible (MLC) que tanto se promovió como solución económica. Solo se reciben dólares estadounidenses, ya sea en efectivo o mediante tarjetas bancarias internacionales.

Esta medida refleja la incapacidad del régimen para mantener la confianza en la economía local y, al mismo tiempo, una contradicción ideológica flagrante. Mientras el discurso oficial insiste en el rechazo al “bloqueo” y la hegemonía estadounidense, la práctica revela una dependencia creciente hacia la divisa que pretenden demonizar.

El supermercado de 3ra y 70, que se presenta como un espacio moderno y bien abastecido, es un símbolo de las desigualdades económicas que asfixian al pueblo cubano. Para acceder a sus productos, los ciudadanos necesitan dólares en un contexto donde el acceso a esta divisa está limitado y monopolizado por el propio gobierno. La mayoría de los cubanos, con salarios en pesos que no superan los 3,000 CUP, están excluidos de esta nueva modalidad de consumo.

Además, la decisión de eliminar el uso del MLC —una moneda digital creada por el propio régimen para captar divisas— muestra un giro hacia una dolarización inmediata. Este cambio subraya la desconfianza hacia un sistema financiero que ni los propios dirigentes consideran viable a largo plazo.

La apertura de este mercado exclusivo en dólares es solo la punta del iceberg de una dolarización que avanza en un país donde el peso cubano pierde cada día más valor. Mientras tanto, los cubanos siguen enfrentándose a una economía dual que profundiza la desigualdad, reservando el acceso a productos básicos a quienes tienen conexiones en el exterior o fuentes de ingreso en divisas.

Este es un recordatorio de cómo el régimen cubano prioriza su supervivencia económica por encima de las necesidades de su pueblo, y cómo utiliza al “enemigo externo” como una excusa conveniente para justificar un modelo que asfixia cada vez más a los ciudadanos.

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