
Fracaso de la marcha convocada por Miguel Díaz-Canel: Más coacción que convicción
La marcha organizada por el régimen cubano para exigir que Estados Unidos retire a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo y ponga fin al embargo, llamado “bloqueo” por el oficialismo, terminó siendo un rotundo fracaso a pesar de los intentos desesperados del gobierno por movilizar a una población cada vez más apática.
El evento, convocado por Miguel Díaz-Canel, fue un despliegue de recursos estatales que incluyó el uso de autobuses y camiones de transporte animal para llevar a los manifestantes al lugar. Imágenes compartidas muestran cómo personas eran transportadas en condiciones deplorables, amontonadas en jaulas montadas sobre camiones, una escena que ha provocado rechazo tanto dentro como fuera de la isla.
Asistencia forzada y manipulación
La marcha, que se llevó a cabo en el Malecón de La Habana, contó con la presencia de altos funcionarios del régimen, pero estuvo marcada por la ausencia notable de Sandro Castro, nieto del fallecido Fidel Castro. Este hecho fue utilizado por el pueblo cubano como un mensaje de descontento y burla, inspirado por la canción viral “Que vaya el Sandro”, que se popularizó días antes del evento.
A pesar de las amenazas laborales y estudiantiles, así como la presión ejercida sobre los trabajadores del sector estatal para participar, la asistencia fue limitada. La apatía de la ciudadanía se evidenció en las imágenes aéreas que muestran espacios vacíos entre los contingentes. Incluso con la maquinaria represiva del régimen en acción, el evento no logró ocultar la desidia generalizada de un pueblo cansado de la propaganda y las carencias.
Un mensaje claro del pueblo cubano
La canción “Que vaya el Sandro” se convirtió en un símbolo de la resistencia popular ante la coacción del régimen. El tema, que rápidamente se volvió viral, refleja el descontento con las élites del poder, señalando el cinismo detrás de un sistema que obliga a las personas a marchar mientras protege los privilegios de sus allegados.
La marcha, en lugar de fortalecer la narrativa oficial, expuso las grietas en el control del régimen sobre la población. A pesar de contar con todos los recursos del Estado, la movilización no pudo ocultar el rechazo de los cubanos hacia un sistema que ha demostrado ser incapaz de atender sus necesidades básicas mientras insiste en discursos desgastados y desconectados de la realidad.
El uso de transporte indigno para los manifestantes y el carácter forzado de la convocatoria han convertido este evento en otro episodio que subraya la desconexión entre el régimen y el pueblo cubano.







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