
La caída del régimen de Bachar el Asad marca el fin de una era tras 13 años de guerra civil
Trece años de una sangrienta guerra civil en Siria culminaron este domingo con la caída del régimen de Bachar el Asad. En una ofensiva relámpago que duró apenas 11 días, las fuerzas rebeldes tomaron Damasco, la capital y centro del poder, sin encontrar resistencia significativa. Según fuentes militares citadas por Reuters, el dictador huyó del país en un avión cuyo destino sigue siendo desconocido.
El colapso del régimen llegó con la rapidez de un castillo de naipes. El Estado Mayor rebelde, tras asegurar el control de los principales puntos estratégicos, notificó la caída a los oficiales del ejército gubernamental y pidió a las tropas restantes que se rindieran. La mayoría de los soldados abandonaron sus posiciones, dejando vía libre a las fuerzas insurgentes.
Una celebración masiva en la plaza de Damasco
Miles de sirios salieron a las calles, especialmente a la emblemática plaza de la capital, para celebrar el fin de una dictadura que había comenzado en el año 2000. La multitud, ondeando banderas y coreando “Libertad”, convirtió el espacio en un mar de esperanza y júbilo. “Hemos esperado este día durante tanto tiempo. Hoy comienza nuestra verdadera libertad”, declaró Layla, una residente de Damasco que perdió a tres familiares en el conflicto.
El ambiente festivo contrastó con los años de dolor y sufrimiento que dejó la guerra. A pie y en vehículos, los ciudadanos protagonizaron una celebración histórica que se prolongó hasta la madrugada, marcando el fin de una era que parecía inquebrantable.
De un grafiti en Deraa a la Primavera Árabe
El levantamiento que hoy culmina con la caída de El Asad comenzó en marzo de 2011, inspirado por la Primavera Árabe que derrocó a Zine El Abidine Ben Ali en Túnez y a Hosni Mubarak en Egipto. En la ciudad de Deraa, un grafiti anónimo dirigido al presidente decía: “Te llegó el turno, doctor”, en referencia a su profesión de médico. Este acto simbólico desató una ola de protestas que fueron reprimidas brutalmente, dando inicio a un conflicto que dejó cientos de miles de muertos y millones de desplazados.
El régimen de El Asad resistió durante más de una década gracias al respaldo de aliados internacionales como Rusia e Irán, pero finalmente sucumbió ante una ofensiva rebelde que en apenas 11 días logró desarticular su estructura militar y administrativa.
Un futuro incierto
Aunque el pueblo celebra, el futuro de Siria sigue siendo incierto. Los líderes rebeldes han prometido establecer un gobierno de transición que represente a todos los sectores de la sociedad y han hecho un llamado a la comunidad internacional para ayudar en la reconstrucción del país. Sin embargo, los retos son enormes: la división política, la devastación económica y los efectos de años de guerra plantean desafíos colosales para una nación que busca salir de las cenizas de su pasado.
Por ahora, Damasco celebra. En las calles se respira una mezcla de alivio y esperanza, mientras el eco de la palabra “Libertad” resuena como un símbolo del renacer de una nación herida, pero resiliente.







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