Familiares de Andy García en Vigilia frente a la prisión de Guamajal: “Exigimos respuestas”

La familia de Andy García, preso político recluido en la prisión de Guamajal, Santa Clara, ha decidido permanecer a las afueras de la cárcel en señal de protesta y preocupación. Andy lleva 11 días en huelga de hambre, una acción que emprendió como última medida para exigir justicia, mientras el régimen cubano sigue haciendo caso omiso de sus demandas.

Ayer, la madre de Andy pudo comunicarse con el personal médico de la prisión. Aunque le aseguraron que cuentan con los materiales necesarios para monitorear su salud, no le han realizado los análisis médicos correspondientes. La familia permanece en la incertidumbre total sobre el estado físico de Andy, sabiendo únicamente que continúa sin ingerir alimentos.

“Esto no es cuestión de orgullo, es cuestión de vida o muerte. Si algo le pasa a Andy, ustedes serán los responsables”, declaró la familia en un llamado directo al régimen.

La huelga de hambre de Andy simboliza tanto su lucha personal como el desgaste de un sistema que reprime a quienes alzan la voz. Mientras tanto, los familiares denuncian la indiferencia de las autoridades y la Seguridad del Estado, que hasta ahora no han ofrecido ninguna solución o respuesta concreta.

La situación es alarmante. Según informes médicos no oficiales, los efectos de una huelga de hambre prolongada pueden causar daños irreparables en órganos vitales y, en el peor de los casos, la muerte. Para la familia, la inacción de las autoridades es una violación grave de los derechos humanos y un claro desprecio por la vida de Andy.

La vigilia frente a la prisión de Guamajal es un grito de desesperación y un acto de valentía. “Exigimos respuestas. No nos vamos a mover hasta que el régimen actúe”, afirmó un familiar. La comunidad internacional y los defensores de derechos humanos han sido llamados a prestar atención a esta situación urgente.

Andy no está solo. Su protesta, aunque silenciosa, habla en nombre de todos los presos políticos que enfrentan diariamente la represión de un régimen que utiliza el silencio como herramienta de castigo. Su familia, apostada a las afueras de la prisión, representa la resistencia de quienes no están dispuestos a aceptar la injusticia.

La pregunta que persiste es si el régimen escuchará este llamado antes de que sea demasiado tarde.

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