
La denuncia sobre la opulencia y la impunidad en la cúpula dirigente cubana
El humorista cubano Ulises Toirac utilizó su perfil en redes sociales para abordar un tema que ha generado creciente malestar entre los ciudadanos: el estilo de vida opulento de los descendientes de los altos funcionarios del gobierno. En un extenso mensaje, cuestionó el origen de esas riquezas y señaló las profundas contradicciones con los principios que el Partido Comunista de Cuba ha defendido históricamente.
Lejos de considerar estas críticas como producto de “envidia” o “campañas mediáticas enemigas”, Toirac argumentó que el descontento tiene raíces legítimas. Según expuso, los gobernantes y sus familiares no deberían acumular fortunas ni ostentar negocios, ya que cualquier riqueza en ese entorno solo puede explicarse como resultado del desvío de recursos estatales o el soborno.
La paradoja entre discurso y práctica
El humorista ilustró su punto con una comparación histórica, señalando cómo los millonarios de la Rusia actual obtuvieron su riqueza de los privilegios adquiridos como miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética. En su análisis, alertó sobre un fenómeno similar en Cuba, donde el poder y el dinero parecen entrelazarse de forma que beneficia a una élite, mientras la mayoría de la población enfrenta condiciones de vida cada vez más precarias.
“El oro de esas cunas sería malhabido: sacado de las arcas del Estado para uso personal”, sentenció. Además, denunció que no existen mecanismos legales o institucionales para investigar ni mucho menos sancionar a quienes se enriquecen desde posiciones de poder, perpetuando un sistema de impunidad.
Un sistema diseñado para proteger a la élite
El análisis también destacó la falta de equilibrio político. Según el humorista, la inexistencia de partidos de oposición, junto con un periodismo controlado, ha moldeado un entorno en el que cualquier crítica es reprimida y las desigualdades en el seno de la cúpula gobernante quedan invisibilizadas. Esto, en su opinión, no solo refuerza la desconexión entre los dirigentes y el pueblo, sino que además sienta las bases para el surgimiento de una nueva oligarquía en el país.
“El mismo mecanismo que impide la crítica a decisiones autocráticas y disparatadas, restringe la posibilidad de impugnar los preparativos de una oligarquía”, afirmó, subrayando que la ausencia de oposición deja al sistema sin balance alguno.
La crudeza de la realidad
Con una frase popular que resume el sentir de muchos cubanos, calificó esta situación como un proceso de abuso e impunidad: “de a Pepe Cojones y sin grasa”. Una expresión que refleja la frustración ante un sistema que, según expuso, prioriza la protección de la élite sobre las necesidades del pueblo.
El mensaje generó amplio debate en redes sociales, con numerosos comentarios apoyando la claridad y valentía de sus palabras. Más allá de las opiniones, la publicación pone en evidencia una problemática que resuena en muchos sectores de la sociedad cubana: la creciente desigualdad y la percepción de un gobierno desconectado de los valores que alguna vez defendió.
Este pronunciamiento no solo añade una nueva voz al creciente malestar popular, sino que también expone la necesidad de un diálogo abierto y transparente sobre las raíces de estas inequidades.







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