
Colas y burocracia por un kilo de arroz donado en Cuba
En una reciente publicación en Facebook, Radimir Galán compartió su experiencia al recoger un kilo de arroz donado en lo que él denominó “Castrolandia”. La publicación, acompañada por una imagen, muestra el paquete de arroz “La Lucha”, la libreta de abastecimiento y su carnet de identidad, evidenciando el proceso necesario para acceder a este bien básico.
Galán detalló que, en el primer día de diciembre, tuvo que hacer una fila llevando consigo su libreta de racionamiento, su identificación oficial y registrar su nombre, apellidos y firma para recibir el arroz. Este tipo de procedimiento, que podría parecer rutinario en el contexto cubano, evidencia la complejidad burocrática que enfrentan los ciudadanos para acceder a alimentos, incluso cuando se trata de donaciones.
La situación expuesta por Galán refleja las dificultades persistentes que enfrenta la población en el acceso a productos esenciales en medio de la crisis económica que atraviesa el país. Las donaciones, que en teoría buscan aliviar la escasez, terminan siendo gestionadas bajo el mismo esquema controlado y centralizado que caracteriza al sistema de distribución estatal.
El uso de la libreta de abastecimiento para la entrega de estos productos también ha generado críticas, ya que refuerza un modelo que muchos consideran obsoleto y que no responde a las necesidades actuales de los cubanos. Además, este método perpetúa el control estatal sobre los alimentos y limita la capacidad de los ciudadanos para obtenerlos de manera autónoma.
Mientras tanto, la publicación de Radimir Galán ha despertado numerosos comentarios en redes sociales, donde varios usuarios expresaron indignación por la necesidad de realizar tantos trámites para acceder a una donación. Otros, por su parte, destacaron la ironía del nombre del arroz, “La Lucha”, que parece simbolizar las dificultades diarias que enfrenta la mayoría de los cubanos.
Este caso es solo un ejemplo más de cómo la escasez y la centralización en la distribución continúan afectando la calidad de vida en Cuba, mientras muchos ciudadanos se ven obligados a depender de donaciones y medidas paliativas para subsistir.







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