Régimen aprueba el Decreto 110: Apagones planificados de más de 72 horas en medio de la crisis energética

El régimen cubano ha oficializado el Decreto 110, una normativa que establece un “régimen especial de contingencia eléctrica” y permite la planificación de apagones superiores a las 72 horas cuando el Sistema Electroenergético Nacional (SEN) no pueda satisfacer la demanda del país. La medida, publicada recientemente en la Gaceta Oficial, otorga al ministro de Energía y Minas la facultad de proponer al Consejo de Ministros la activación de este régimen en situaciones críticas.

Medidas drásticas para enfrentar la crisis

Una vez aprobado el régimen de contingencia, la Unión Eléctrica (UNE) será responsable de informar a la población sobre las afectaciones planificadas, mientras que los consejos energéticos territoriales decidirán qué actividades y servicios deberán reducirse o paralizarse durante los horarios de máxima demanda. Entre las medidas específicas destacan:

• Paralización de equipos de alto consumo en horarios pico.

• Restricciones en el alumbrado público, afectando la iluminación nocturna de calles y avenidas.

• Ajustes en las temperaturas de los sistemas de climatización para limitar su consumo.

El decreto también prevé sanciones económicas severas para quienes no cumplan con estas disposiciones. Los actores económicos no estatales podrían enfrentar multas de hasta 20,000 CUP, mientras que los responsables de entidades estatales tendrían sanciones de 5,000 CUP. Para supervisar su cumplimiento, inspectores provinciales, municipales y de la UNE tendrán autoridad en toda la isla.

Una crisis sin precedentes

El Decreto 110 llega en un momento crítico para Cuba, donde la crisis energética se ha agudizado por la combinación de averías en plantas generadoras, la escasez de combustible y una infraestructura obsoleta que no logra satisfacer la demanda. Desde hace meses, los apagones prolongados forman parte de la vida diaria de los cubanos, quienes enfrentan dificultades para conservar alimentos, acceder al suministro de agua y mantener el funcionamiento de servicios esenciales.

La posibilidad de apagones planificados de más de 72 horas representa un nuevo desafío para una población ya desgastada por la situación económica y social. Muchos se preguntan cómo podrán afrontar esta medida en un país donde el acceso a generadores, combustible o alternativas de energía es prácticamente inexistente para la mayoría.

Impacto en la población

El régimen especial podría agravar las condiciones de vida en la isla. La falta de electricidad por períodos tan prolongados afecta no solo la conservación de alimentos, sino también el funcionamiento de hospitales, sistemas de bombeo de agua y la comunicación. Las largas noches sin luz intensifican la inseguridad, mientras que las restricciones al alumbrado público podrían aumentar los riesgos en áreas urbanas y rurales.

Un reflejo de la profundidad de la crisis

La promulgación del Decreto 110 evidencia la gravedad de la crisis energética que atraviesa Cuba, y pone de manifiesto la incapacidad del sistema actual para satisfacer las necesidades básicas del país. Aunque el gobierno ha justificado la medida como una “solución necesaria” ante el colapso energético, muchos ven en ella un reflejo de la falta de planificación y el deterioro sostenido del sistema eléctrico.

En las calles, el anuncio ha generado preocupación y rechazo, mientras las autoridades insisten en que la colaboración ciudadana es crucial para enfrentar esta nueva etapa de contingencia. Sin embargo, para muchos cubanos, las promesas de recuperación se sienten cada vez más distantes, y la sombra de los apagones prolongados añade un peso adicional a la ya difícil cotidianidad.

¿Qué sigue para Cuba?

Con esta nueva normativa, el gobierno cubano apuesta por medidas de control más estrictas para gestionar una crisis que parece no tener fin. Sin embargo, queda por ver cómo se implementará el Decreto 110 en un país donde las soluciones a los problemas energéticos siguen siendo esquivas, y donde la población enfrenta cada vez más dificultades para mantener un nivel de vida básico.

Los cubanos, acostumbrados a resistir en las peores condiciones, ahora se enfrentan a un desafío aún mayor: sobrevivir en la oscuridad prolongada.

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