Hoy, 16 de noviembre, el Observatorio de Derechos Culturales (ODC) rememora un hito histórico en la lucha por los derechos humanos y la justicia social en Cuba: el cuarto aniversario del Acuartelamiento en San Isidro. En un emotivo mensaje difundido en redes sociales, el ODC destacó cómo este evento marcó un antes y un después en la resistencia cívica contra el régimen cubano, simbolizando la aspiración de un país libre e inclusivo.

El Acuartelamiento de San Isidro, iniciado el 16 de noviembre de 2020, reunió a un grupo de cubanos en la vivienda del artista visual Luis Manuel Otero Alcántara, líder del Movimiento San Isidro. Durante diez días, los acuartelados demandaron justicia social y respeto a los derechos fundamentales, enfrentándose a un cerco constante de represión y hostigamiento. Aquella vivienda, ubicada en el corazón de La Habana Vieja, se convirtió en un símbolo de resistencia, creatividad y esperanza.

Cuatro años después, la fachada de esta histórica sede refleja el paso del tiempo y las marcas de la represión. La puerta clausurada, ahora deteriorada y reforzada con maderas y remiendos, simboliza tanto el abandono físico como el intento de silenciar una lucha que sigue viva en el espíritu de quienes participaron y de una nación que anhela libertad.

El Movimiento San Isidro, nacido de ese esfuerzo colectivo, promovió un proyecto de sociedad basado en la tolerancia, la solidaridad y el respeto mutuo. Sin embargo, sus principales líderes, como Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Castillo Pérez “Osorbo”, permanecen hoy tras las rejas como presos políticos, mientras otros miembros han sido forzados al exilio.

El ODC calificó el acuartelamiento como una acción “ecuménica y transgresora”, que inspiró no solo a los cubanos dentro de la isla, sino también a una diáspora activa y comprometida con el cambio. “A cuatro años de tocar el sueño de un país posible, la lucha sigue”, afirmó el observatorio.

La imagen actual de la puerta clausurada, tomada recientemente, es un recordatorio visual de los desafíos que enfrenta el movimiento por los derechos culturales y humanos en Cuba. A pesar de las adversidades, las cicatrices en esa puerta no representan el fin, sino una invitación a continuar el legado del Movimiento San Isidro.

La conmemoración del aniversario coincide con el 505 aniversario de la fundación de San Cristóbal de La Habana, una ciudad que resguarda en sus muros no solo su historia colonial, sino también los ecos de un presente que lucha por un futuro de justicia y dignidad para todos los cubanos.

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