La crisis energética en Cuba continúa golpeando con severidad a la población, y Guantánamo se ha convertido en uno de los epicentros de la desesperación. Con cortes de luz que alcanzan las 23 horas al día, los guantanameros apenas reciben una hora de electricidad, lo que los ha obligado a recurrir a medidas extremas para poder subsistir. La falta de combustible y el deterioro de las termoeléctricas son, según los habitantes, las principales causas de la situación crítica.

Desde hace más de 10 días, y antes de la amenaza del huracán Oscar, las familias guantanameras han tenido que improvisar cocinas rudimentarias, construyendo fogones artesanales para cocinar al aire libre con leña y carbón. Estas soluciones no solo exigen un esfuerzo físico considerable, sino que además incrementan el riesgo de incendios y problemas respiratorios debido a la exposición prolongada al humo en espacios improvisados ​​y sin ventilación adecuada.

«Estamos viviendo en condiciones del siglo XIX», comenta un residente, quien explicó que la falta de electricidad no solo afecta la preparación de alimentos, sino que también agrava la conservación de los mismos. Sin refrigeración, muchos alimentos básicos se echan a perder, lo que aumenta la inseguridad alimentaria de una población que ya enfrenta la escasez.

Según declaraciones de varios ciudadanos, la situación es un reflejo de las consecuencias de una política energética insostenible. «La era de la energía se les acabó al régimen», menciona un vecino, quien señala que la falta de inversión en el mantenimiento de las plantas termoeléctricas y la escasez de combustible han llevado a esta crisis sin precedentes. Sin acceso regular a electricidad, las escuelas, centros de trabajo y hospitales de la región también se ven gravemente afectados.

Una crisis que enfrenta al pueblo con el régimen

La falta de luz y la incapacidad del gobierno para garantizar servicios básicos ha comenzado a generar tensiones entre los residentes y las autoridades locales. Muchos han expresado su frustración por la ausencia de un plan de contingencia y por la escasez de información oficial sobre cuánto tiempo más deberán soportar estos apagones prolongados.

Mientras el régimen continúa atribuyendo estos problemas a causas externas y no a su propia falta de previsión, los ciudadanos de Guantánamo se enfrentan a una dura realidad. Sin expectativas de mejora y sin alternativas sostenibles a la vista, el pueblo cubano parece condenado a una crisis energética que se profundiza día tras día, revelando la fragilidad de un sistema que durante años ha dejado de lado las necesidades básicas de su población.

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