El profesor y activista cubano Pedro Albert Sánchez, de 68 años, ha sido liberado después de 11 días de huelga de hambre, medida que tomó en protesta por la negativa de las autoridades a permitirle un diálogo con oficiales de la Sección 21 del Departamento de Seguridad del Estado. Su liberación llega tras una persistente campaña internacional y denuncias de su esposa, Ana Elvis Amaya Leyva, sobre las duras condiciones y el deterioro de su salud dentro de prisión.
Pedro Albert fue condenado a cinco años de privación de libertad debido a su participación en las manifestaciones antigubernamentales de julio de 2021 en La Habana. A pesar de que había cumplido parte de su condena bajo medida de libertad limitada, su situación se complicó en noviembre de 2023, cuando fue arrestado al intentar entregar una carta a Eamon Gilmore, Alto Representante de la Unión Europea para los Derechos Humanos, durante su visita a Cuba. Desde entonces, Albert fue trasladado a la prisión 1580, en San Miguel del Padrón, La Habana, y su estado de salud comenzó a deteriorarse rápidamente.
Ana Elvis Amaya, su esposa, relató en una directa en su perfil de Facebook la angustia que ha vivido durante esta huelga de hambre, destacando la gravedad de su condición. Diagnosticado con cáncer, Pedro Albert recibía quimioterapia antes de su detención, tratamiento que, según denuncias de su familia, fue interrumpido al ingresar en prisión. A su delicada condición se le suma una colitis grave y lesiones físicas que, combinadas con la falta de una alimentación adecuada y atención médica, han agravado su salud.
A principios de 2024, Pedro Albert Sánchez fue declarado prisionero de conciencia por Amnistía Internacional, organización que ha exigido públicamente su liberación junto a la de cientos de personas encarceladas en Cuba por defender sus derechos. La organización reiteró su llamado a la libertad de los presos políticos en octubre de este año, con un mensaje directo al presidente designado cubano, Miguel Díaz-Canel.
La liberación de Pedro Albert Sánchez representa un respiro temporal para él y su familia, pero su situación ilustra la represión que enfrentan muchos cubanos al levantar la voz contra el régimen. La comunidad internacional continúa exigiendo la liberación de los prisioneros de conciencia en la isla, mientras el caso de Albert Sánchez simboliza la urgente necesidad de respeto a los derechos humanos en Cuba.







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