Daisel González Álvarez, un joven de 25 años, condenado injustamente a 13 años de prisión por su participación en las protestas del 11 de julio de 2021 en Güira de Melena, Artemisa, ha protagonizado una audaz fuga de Cuba en busca de su libertad. Su caso, ya marcado por la represión política y las irregularidades judiciales, ha dado un giro inesperado tras su escape en un bote a remo el pasado 6 de octubre de 2024.
González, que cumplía su sentencia en el campamento de trabajos forzados Ceiba 5, en Artemisa, salió de permiso y aprovechó la oportunidad para huir del país. En solitario, se embarcó en un bote a remo, lanzándose al peligroso mar en un intento desesperado por alcanzar la libertad que le fue arrebatada injustamente por el régimen cubano. Hasta ahora, la información sobre su situación sigue siendo incierta. Lo último que se supo es que había llegado a un cayo, pero desde entonces no ha habido más noticias sobre su paradero.
El régimen cubano lo acusó en marzo de 2022 de Desórdenes Públicos, Sabotaje y Robo con Fuerza, bajo una investigación prospectiva que fabricó pruebas y utilizó argumentos políticos para justificar una condena desproporcionada. Durante su juicio, la fiscalía pidió 13 años de privación de libertad, y en la sentencia quedó claro el sesgo ideológico: se le acusó de no participar en actividades organizadas por el Estado ni por las organizaciones de masas, y se hizo hincapié en su “desfavorable conducta social”, una táctica común para criminalizar a los opositores políticos.
Su madre, Ana Lidia Álvarez, ha denunciado las condiciones deplorables que enfrentaba Daisel en prisión. En mayo de 2023, reclamó que, a pesar de haber cumplido con los requisitos para ser trasladado a un destacamento de mínima seguridad, las autoridades no lo habían hecho. Además, Daisel sufría de sífilis y no recibía la medicación necesaria, agravando aún más su situación en prisión.
La fuga de Daisel González es un acto desesperado que refleja el límite al que son empujados los presos políticos en Cuba, obligados a arriesgar sus vidas en el mar en busca de un futuro lejos de la represión y el encarcelamiento arbitrario. Su historia no solo revela la crueldad del sistema cubano hacia los opositores, sino también la valentía de aquellos que, a pesar de todo, siguen luchando por su libertad.
El caso de Daisel González Álvarez sigue siendo un recordatorio doloroso de la realidad que enfrentan los presos políticos en Cuba, y ahora, el mundo observa con preocupación y esperanza, esperando noticias sobre su paradero y su posible llegada a tierras de libertad.







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