En una contundente publicación en su perfil de Facebook, el educador cubano Dayron Espinosa lanzó una dura crítica al régimen cubano, exponiendo lo que considera un “teatro organizado” en el que se ven obligados a participar los niños de primaria. Espinosa, como padre y ser humano preocupado, ha levantado su voz para denunciar la forma en que el gobierno utiliza a los más pequeños para sus actos propagandísticos, en un contexto donde la realidad de la isla es desoladora.
En las imágenes compartidas por Espinosa, se ven niños portando pancartas con consignas como “La OPJM es invencible” y “Arriba Cuba”, mientras sus rostros cansados y desmotivados cuentan otra historia. El educador pone el énfasis en la expresión de estos niños, quienes han sido forzados a integrarse a la Organización de Pioneros José Martí (OPJM) desde su entrada a la primaria, como parte de un proceso de adoctrinamiento que comienza con la imposición de la pañoleta roja.

“La verdadera falta de respeto es que los niños tengan que estar organizando este tipo de eventos, como si vivir del cuento ya fuera poco, especialmente con los brutales apagones y las carencias que sufrimos en Cuba”, escribe Espinosa en su publicación. El autor denuncia que estos actos, lejos de servir para formar a los niños, los obliga a participar en una maquinaria propagandística que no soluciona los problemas más urgentes que enfrentan sus familias.
El adoctrinamiento, que empieza con la OPJM, es una constante en el sistema educativo cubano. Para Espinosa, esta manipulación no solo despoja a los niños de su derecho a una educación libre, sino que también ignora las verdaderas necesidades de la juventud cubana. En las imágenes compartidas, los niños se ven cansados, con ojeras, muchos levantando las pancartas con esfuerzo, reflejando la realidad de quienes apenas pueden dormir debido a los constantes apagones, que en algunos casos dejan a las familias con solo dos horas de electricidad al día.
Espinosa destaca la ironía de un régimen que, mientras exige lealtad y esfuerzo máximo de su pueblo, no provee las condiciones básicas para una vida digna. “Héroes son los padres que dejan hasta la piel para que al menos un plato de comida se lleven a la boca sus hijos”, añade, condenando la prioridad del régimen por mantener un circo mediático en lugar de atender las necesidades urgentes de la población.
El llamado del educador es claro: basta de utilizar a los niños como peones en actos políticos vacíos. Espinosa hace un llamado al gobierno para que se enfoque en desarrollar verdaderos valores en los niños, siguiendo los preceptos martianos y fomentando la creatividad, el pensamiento crítico y el respeto a las diferencias de criterio. “Si lo hicieran, veríamos una sociedad con mejor comportamiento cívico”, afirma.
Este valiente pronunciamiento de Espinosa pone de relieve el creciente malestar dentro de Cuba, donde el pueblo ya no puede seguir soportando el peso de un régimen desconectado de la realidad. Mientras las autoridades siguen organizando eventos que reflejan una fachada de unidad y entusiasmo, las expresiones de cansancio y desánimo de los más jóvenes dicen otra cosa: la esencia del pueblo cubano ya no está dispuesta a ser parte del circo.
La reflexión final de Espinosa es un grito por un cambio inminente. “Es hora de respetar la libertad de expresión y las diferencias de criterio”, concluye, dejando claro que los cubanos anhelan un futuro donde sus niños puedan crecer en una sociedad libre, lejos del control y la manipulación del régimen.
Este artículo destaca la denuncia de Dayron Espinosa, quien, como padre y educador, se ha atrevido a alzar la voz en defensa de los niños cubanos, oprimidos desde temprana edad por un sistema que antepone la propaganda a los derechos humanos básicos.







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