El periódico Escambray publicó una nota sobre la canasta básica de octubre en la provincia Sancti Spíritus, señalando la escasez de productos esenciales como azúcar, frijoles, aceite y café, y destacando que solo se distribuirán arroz y chícharos. Esta noticia refuerza una tendencia preocupante: la desaparición gradual de productos ofrecidos a través de la “libreta de abastecimiento”. Aunque el régimen cubano ha negado en el pasado los rumores de su eliminación, la realidad muestra que este sistema de racionamiento está colapsando.

El proceso no es nuevo. Desde hace años, la escasez de productos racionados ha sido cada vez más frecuente, obligando a las familias cubanas a recurrir al mercado negro o a las tiendas en divisas, donde los precios son inaccesibles para muchos. La “libreta” nunca fue la solución definitiva para la alimentación en Cuba, pero al menos ofrecía un alivio temporal ante la situación económica y la precariedad de los ingresos. Ahora, con su desmantelamiento gradual, el costo de vida sigue subiendo, mientras los salarios no aumentan a la par de la inflación, empujando a los cubanos a una crisis económica y social aún más profunda.

Este panorama también evidencia un posible giro en la estrategia del régimen: reducir las subvenciones de productos básicos sin anunciar formalmente el fin de la libreta de abastecimiento. Esta maniobra parece orientada a mitigar la crítica interna y externa, mientras se mantiene el discurso oficial de no abandonar el sistema socialista que ha caracterizado a Cuba durante décadas. Sin embargo, la realidad en las calles es otra, y la canasta básica se está desvaneciendo sin un plan alternativo viable para sustituirla, lo que deja a millones de cubanos en una situación de vulnerabilidad aún mayor.

La pregunta que queda en el aire es cuánto tiempo más el régimen podrá mantener esta política sin que estalle una crisis de desabastecimiento aún más pronunciada. Mientras tanto, la población sigue buscando maneras de sobrevivir en un contexto donde el acceso a productos básicos es cada vez más limitado, y donde la libreta, que antes representaba una pequeña esperanza, ahora parece ser una reliquia del pasado.

Este desmantelamiento silencioso es un reflejo más de la profundización de la crisis en Cuba, donde las soluciones a largo plazo parecen estar tan lejos como la comida en los anaqueles.

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