La reflexión de Manuel Viera, publicada en su muro de Facebook el 7 de octubre de 2024, ha desatado un debate sobre la actitud de la sociedad cubana frente a las prioridades de la vida y la muerte. Su comentario surge en un momento de profunda polarización, cuando la atención pública está centrada en el caso de José Manuel Carbajal Zadívar, conocido como El Taiger, quien se encuentra en estado crítico tras recibir un disparo en la cabeza.

Viera, visiblemente decepcionado, compara la movilización masiva que ha suscitado el caso de El Taiger con la escasa respuesta que recibieron causas anteriores, como la de Amanda, una niña que necesitaba ayuda urgente para salvar su vida. Aunque algunos cubanos respondieron y lograron apoyarla, Viera señala que la cifra fue solo de unos miles. Contrasta esto con la respuesta actual, donde millones de cubanos, tanto dentro como fuera del país, se han volcado a apoyar a El Taiger, algunos abiertamente y otros de manera más matizada.

“Analizando con crudeza puedo entender cuán enferma está la sociedad cubana”, sentencia Viera en su publicación, en la que expresa su frustración por lo que considera una falta de enfoque en las prioridades verdaderamente importantes. Lamenta que mientras la sociedad se vuelca hacia el caso de El Taiger, muchas otras Amandas, que sufren en silencio, quedan relegadas y olvidadas.

La reflexión de Viera también subraya la manipulación y la banalidad que, según él, gobiernan la respuesta de la sociedad cubana. “Es triste ver cuánta manipulación, es triste ver cuán manipulables somos,” comenta, al señalar que los mismos que hoy marchan en favor de El Taiger probablemente serían reprimidos si esas manifestaciones fueran para exigir derechos básicos como electricidad, medicamentos o agua.

La crítica de Viera no se queda en la superficie. Se adentra en lo que considera un problema profundo de valores en la sociedad cubana, señalando que las justificaciones como el miedo y la desunión ya no le parecen suficientes para explicar la pasividad generalizada ante causas que considera de mayor relevancia. “Las excusas del miedo y la desunión han quedado desnudas,” afirma, dejando claro su desencanto.

La conclusión de su mensaje es tan contundente como amarga. Viera anuncia una pausa en su actividad en redes sociales, señalando que su decepción y asco ante la situación lo han llevado a un punto de ruptura. “Después de lo visto creo que nunca más podré ser la misma persona,” escribe, prometiendo regresar cuando la situación se normalice, cuando la sociedad cubana, según él, recupere el rumbo.

El mensaje de Viera, cargado de amargura y frustración, es un reflejo del desencanto de muchos cubanos que se cuestionan las prioridades de una sociedad que, a su juicio, ha perdido de vista lo esencial. Al mismo tiempo, su publicación ha generado una ola de respuestas, tanto a favor como en contra, que evidencian el debate profundo y complejo sobre el papel de la movilización social y los valores en la Cuba actual.

Mientras tanto, la nación sigue sumida en un clima de incertidumbre, donde la crisis económica y las restricciones sociales siguen moldeando las dinámicas de un pueblo que, según Viera, se mueve “cabizbajo al compás de un raro son.” Su reflexión es un llamado a la introspección colectiva, un grito de dolor que resuena entre aquellos que, como él, anhelan un cambio más profundo y duradero en la sociedad cubana.

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