Durante los últimos 20 días, la campaña por la libertad de Lizandra Góngora, impulsada por la activista Anamely Ramos González, ha resonado con una fuerza imparable, mostrando no solo la injusticia de su encarcelamiento, sino también el doloroso viaje que su familia enfrenta para poder verla. Lizandra, madre de cinco hijos, fue injustamente condenada a 14 años de prisión por su participación en las protestas pacíficas del 11 de julio de 2021 (J11). Sin embargo, su condena no termina con su encarcelamiento, sino que se extiende a cada miembro de su familia, especialmente a sus hijos pequeños, quienes cargan con el peso de la ausencia de su madre.

Desde el inicio de la campaña, el foco ha estado en exponer las violaciones a los derechos humanos que rodean el caso de Lizandra. En marzo de 2023, sin previo aviso, fue trasladada a la prisión de Los Colonos en la Isla de la Juventud, un lugar distante y de difícil acceso, especialmente para su familia, que reside en Güira de Melena, en la provincia de Artemisa. Este traslado no solo la separa de sus hijos, sino que impone enormes sacrificios económicos y emocionales a su esposo, Ángel Delgado, quien cada tres meses realiza un arduo viaje de varios días para verla.

El recorrido es extenuante. Desde Güira de Melena, la familia debe viajar al Surgidero de Batabanó, al sur de La Habana, en un carro cuyo costo ronda los 4000 pesos cubanos por trayecto. A esto se suma la logística de llevar comida y artículos de primera necesidad para Lizandra, ya que en la Isla de la Juventud los precios son más altos y los recursos, aún más escasos. Este es solo el inicio de un viaje lleno de dificultades, que ha sido documentado y compartido día tras día a través de las redes sociales como parte de la campaña.

Uno de los momentos más conmovedores de la campaña ha sido el relato de Ángel, quien ha compartido videos actualizando sobre la salud de Lizandra. Sufre de dolores y hemorragias a causa de un fibroma que no ha recibido tratamiento adecuado, lo que pone en peligro su bienestar físico. Ante esto, la familia y los amigos de Lizandra exigen su traslado a un hospital y, posteriormente, a una prisión más cercana a su hogar, donde pueda estar más cerca de sus hijos.

La valentía de Lizandra también ha sido un pilar de esta campaña. Su firmeza se destacó en febrero de 2023, cuando, junto a otras presas políticas, escribió una carta con su propia sangre en la prisión del Guatao, en La Habana. Esta carta, que fue un grito desesperado por justicia, provocó represalias, siendo el traslado de Lizandra a la Isla de la Juventud un castigo directo por su participación en esta acción.

A lo largo de los días, hemos sido testigos de cómo la familia de Lizandra lucha por mantener la normalidad. Sus hijos, especialmente Carlitos, han sentido el impacto de la ausencia de su madre, afectando su rendimiento escolar. Sin embargo, a pesar del dolor y las dificultades, siguen adelante con esperanza y dignidad, apoyados por una comunidad solidaria que no ha dejado de alzar su voz por la libertad de Lizandra.

Cada publicación ha sido un recordatorio del sacrificio que esta familia ha hecho y del vacío que deja la injusticia en el hogar. Desde los cumpleaños sin mamá, hasta los largos viajes para un breve reencuentro entre barrotes, la campaña ha mostrado la crudeza de la represión en Cuba y la urgencia de que Lizandra Góngora sea liberada.

La campaña continúa, y con ella, el clamor por justicia. No solo es la lucha de una madre por regresar a casa, sino la lucha de un pueblo por la libertad y los derechos humanos. Sigamos compartiendo, sigamos alzando la voz. Lizandra y su familia no están solos.

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