La activista cubana Mireya Jiménez, conocida por su defensa de los derechos humanos y la libertad en la isla, se encuentra hospitalizada desde hace tres días en Santi Spíritus, enfrentando una delicada situación de salud. Además de luchar contra un diagnóstico de linfangitis, una grave infección que afecta su sistema linfático, también padece de cáncer, lo que agrava aún más su estado crítico. Durante su ingreso, ha sufrido episodios de vómitos, lo que ha empeorado su situación.



Las imágenes difundidas recientemente muestran a Jiménez en un estado alarmante, con quemaduras severas e inflamaciones visibles en su brazo. Esta condición ha causado preocupación entre sus allegados, quienes temen que el deterioro de su salud, combinado con la falta de recursos médicos en Cuba, pueda ser fatal.
Mireya está ingresada en un hospital que, como muchos en Cuba, enfrenta serias carencias. La escasez de medicamentos y equipos esenciales para tratar tanto la linfangitis como el cáncer ha generado inquietud sobre la calidad de atención que está recibiendo. A pesar de los esfuerzos del personal médico, los recursos son limitados, lo que impide un tratamiento adecuado para casos graves como el suyo.
El gobierno cubano continúa promoviendo una imagen del sistema de salud como uno de los logros de la Revolución, pero la realidad en los hospitales del país cuenta otra historia. Casos como el de Mireya Jiménez exponen las profundas deficiencias del sistema: falta de medicamentos oncológicos, antibióticos básicos y suministros para el tratamiento de infecciones graves. La situación actual de Mireya es un reflejo de la crisis que afecta a miles de cubanos diariamente.
Mireya Jiménez, además de lidiar con su delicada situación de salud, ha informado que necesita una serie de medicamentos esenciales para su tratamiento, los cuales son de difícil acceso en Cuba. Entre ellos se encuentran Ciproforsa, Cefalexina, Sulfaprin y Metronidazol. Estos medicamentos son indispensables para tratar la infección de linfangitis y las complicaciones que presenta su estado de salud. Además, se requiere cambiar su ropa de cama y vestimenta dos veces al día debido al drenaje de líquidos de las áreas afectadas, lo que agrava aún más la complejidad de su atención en un entorno con recursos tan limitados.
El caso de Mireya Jiménez ilustra cómo el colapso del sistema de salud cubano pone en riesgo la vida de sus ciudadanos, especialmente aquellos que, como ella, padecen enfermedades graves. Las deficiencias estructurales, junto con la falta de insumos médicos, son una peligrosa combinación que deja a muchas personas sin acceso al tratamiento que necesitan para sobrevivir.







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