Cada 18 del mes, desde marzo de 2023, un grupo de intelectuales, encabezado por la profesora Alina Bárbara López Hernández, se manifiesta pacíficamente en distintos parques de país junto al busto del Apóstol José Martí. López Hernández, que no pertenece a ninguna organización política, hace esta protesta como un ejercicio de su derecho constitucional a la libertad de expresión, a pesar de la creciente represión que ha enfrentado por parte del Estado cubano.

Las demandas de López Hernández, claras y contundentes, abogan por una Asamblea Nacional Constituyente democráticamente elegida, que redacta una nueva constitución que responde a las realidades del pueblo cubano. También exige que el Estado no se desentienda de la situación crítica que viven los ancianos, jubilados, pensionados y familias en pobreza extrema, además de solicitar la libertad para los presos políticos sin exilio obligatorio y el cese del hostigamiento a quienes ejercen su derecho a la libertad de expresión.

En su último pronunciamiento, López Hernández hizo un fuerte énfasis en las condiciones inhumanas que enfrentan los presos políticos en las cárceles cubanas, destacando el deplorable estado de la alimentación, la falta de acceso a medicamentos y las pésimas condiciones higiénicas. Sus denuncias se basan en testimonios de familiares, quienes describen tratos crueles y degradantes, lo que agrava la ya precaria situación de estos presos, muchos de los cuales son jóvenes.

A pesar de sus protestas pacíficas, Alina ha sido objeto de repetidas represiones. La más reciente de estas represalias ha sido su expulsión de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), un golpe para una figura que ha dedicado gran parte de su vida a la cultura y la enseñanza. Sin embargo, no ha sido la única en sufrir el peso de la represión estatal. Intelectuales como Jorge Fernández Era, Alexander Hall, Raymar Aguado Hernández y Jenny Pantoja Torres, quienes se han sumado a esta iniciativa, también han sido citados por la Seguridad del Estado cubana, como queda evidenciado en dos de las citaciones oficiales emitidas el 17 de septiembre.

Los documentos que acompañan este artículo muestran cómo el aparato represivo ha intensificado su control sobre estos disidentes, citándolos para entrevistas con claros tintes intimidatorios. Las citaciones, emitidas por las autoridades, establecieron que la falta de comparecencia acarreará multas significativas, y si esto persiste, los citados podrían enfrentar cargos más serios.

Estas acciones refuerzan el clima de hostigamiento que el régimen cubano aplica sobre aquellos que se atreven a cuestionar públicamente el estado de las cosas en el país. La represión constante a figuras públicas y a aquellos que deciden alzar su voz, como lo hacen Alina Bárbara López y sus compañeros, es una clara señal del miedo del régimen ante cualquier forma de disidencia, aunque sea pacífica.

A pesar de la presión, López Hernández ha dejado claro que seguirá manifestándose todos los días 18 en el parque de la Libertad. Su firmeza y su compromiso con la verdad y la justicia reflejan el anhelo de cambio de muchos cubanos que, como ella, sueñan con una Cuba donde los derechos humanos sean respetados y donde la libertad de expresión no sea motivo de persecución.

El sufrimiento en Cuba, como ella misma ha señalado, es palpable. Mientras el régimen persiste en su afán de silenciar a sus críticos, la resistencia pacífica de estos intelectuales, apoyada por un creciente número de personas, se erige como un recordatorio de que la lucha por la libertad y la justicia no puede ser fácilmente apagada.

La cita de López Hernández, «No espero nada, no temo nada, soy libre», resuena como un grito de independencia que seguirá incomodando al régimen cubano mientras existan quienes, como ella, se nieguen a ser silenciados.

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