En una intervención pública, un jubilado cubano de 72 años rompió el silencio en una transmisión en vivo por Facebook para denunciar las duras condiciones de vida que enfrentan él y muchos otros retirados en Cuba. Con un tono emotivo y a la vez desafiante, dirigió su mensaje directamente al presidente designado Miguel Díaz-Canel y a los “gordinflones que salen por la televisión”, como él los llamó.
“Primera vez que yo hago esto, primera vez que yo hago esto. No me gusta hacerme visible, solo me interesa que mi pueblo me conoce, sabe quién soy yo”, comenzó diciendo. A pesar de su reticencia a hablar públicamente, se sintió obligado a exponer la situación desesperada de los jubilados en la isla. Su mensaje no solo es un grito de auxilio, sino también una crítica abierta a la falta de acción por parte de las autoridades.
El jubilado mencionó las declaraciones de Díaz-Canel, quien ha instado a los cubanos a “guapear la comida”, es decir, a luchar por encontrar alimentos en medio de la crisis. “Yo estoy de acuerdo que hay que guapear la comida, como que no voy a estar de acuerdo”, admitió. Sin embargo, cuestionó con crudeza cómo se espera que los jubilados lo hagan con una pensión de apenas 1,300 pesos mensuales. “¿De qué forma se puede guapear la comida con 1,300 pesos, si solo puedo gastar 43 pesos diarios?”, se preguntó mientras mostraba una pequeña lasca de dulce de guayaba que cuesta más de esa cantidad.
El jubilado residente en el municipio Pedro Betancourt de Matanzas, explicó que, debido a su trabajo a medio tiempo con el Estado y como mensajero privado, recibe la pensión mínima. “Está bien, yo estoy de acuerdo, pero de qué forma se puede guapear la comida con 1,300 pesos”, insistió, subrayando la dificultad de sobrevivir con una pensión que no alcanza para cubrir ni siquiera las necesidades más básicas.
Además, denunció la falta de oportunidades laborales para los jubilados y la persecución de las autoridades contra aquellos que intentan vender productos para ganar algo de dinero. “A mí nadie me da trabajo, ni el Estado ni en particular. ¿Qué quieren? Que yo salga por ahí por los basureros a recoger materia prima, o a ver si encuentro algo para comer”, expresó con frustración. Contó cómo los inspectores lo multaron con 2,500 pesos por vender 15 pancitos para sobrevivir. “Tuve que pedir dinero prestado para poder pagar la multa”, añadió, señalando que la multa, según la inspectora, era “la mínima”.
El mensaje de este jubilado es un reflejo de la situación que viven miles de ancianos en Cuba, quienes, tras décadas de trabajo, ahora se ven obligados a vivir en la miseria. “Me parece que las cosas andan muy mal”, afirmó, pidiendo a las autoridades que reconsideren sus políticas y tomen en cuenta la realidad de quienes han pasado su vida trabajando por el país. “No soy yo el único. En Cuba hay miles de cubanos ya retirados, en las mismas circunstancias”, concluyó, antes de despedirse visiblemente afectado.
Este testimonio, lleno de frustración y angustia, es un recordatorio de los retos diarios que enfrentan los jubilados cubanos, quienes, en lugar de disfrutar de una vida tranquila y segura tras su retiro, luchan por sobrevivir en un sistema que no parece ofrecerles el apoyo necesario.







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