En Santiago de Cuba, la crisis alimentaria ha alcanzado un nuevo nivel de gravedad. Desde hace tres meses, el suministro de pollo para la población a través de la canasta básica subvencionada por el régimen ha dejado de llegar, generando incertidumbre y malestar entre los ciudadanos. A medida que la escasez de productos esenciales se profundiza, el régimen cubano ha intentado acallar los rumores sobre la posible eliminación de la libreta de abastecimiento. Sin embargo, la realidad en las calles cuenta otra historia, con la progresiva desaparición de productos que solían ser básicos en la alimentación cubana.

En un preocupante giro de los acontecimientos, productos como la leche para niños y otros alimentos que tradicionalmente se vendían en las bodegas ahora se encuentran en las mypimes (micro, pequeñas y medianas empresas) a precios exorbitantes. Un ejemplo de esta alarmante situación se puede ver en el precio del pollo. Hoy, en Santiago de Cuba, un paquete de pollo de 8,25 libras (equivalente a aproximadamente 3,75 kilogramos) tiene un costo de 2557.25 pesos cubanos, superando así el salario mínimo de un profesional en Cuba.

Un residente santiaguero, que prefirió mantenerse en el anonimato por temor a represalias, comentó sobre la desesperada situación: “Aquí ni el pollo de dieta ni para niños… sólo llegó una latica de sardinas para los menores de 7 años.” Este testimonio revela la magnitud del problema, donde incluso los alimentos destinados a los grupos más vulnerables, como los niños y personas con necesidades dietéticas especiales, son escasos o inexistentes.

Además, la distribución de alimentos parece estar desviada hacia otros canales. Recientemente, un camión cargado de paquetes de pollo se dirigió a una mipyme ubicada en la esquina de Padre Pico, en el centro de Santiago de Cuba, en lugar de abastecer las tiendas de la canasta básica. En otros lugares, el pollo llega a venderse hasta por 350 pesos por libra, un precio inaccesible para la mayoría de los cubanos.

La situación en Santiago de Cuba es un reflejo de la creciente pobreza y miseria que enfrenta la población. A medida que los productos esenciales se vuelven cada vez más inaccesibles, muchos santiagueros sienten que sus necesidades básicas no están siendo atendidas, lo que genera un sentimiento de desesperanza y frustración. “Es un nivel de pobreza y miseria que te rompe el alma”, lamenta un residente. En este contexto, la escasez de pollo no es solo un problema alimentario, sino un reflejo de las profundas desigualdades y la crisis económica que azota a la isla.

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