En la Cuba de hoy, donde la mayoría de la población enfrenta una dura realidad económica, surge un fenómeno que resulta paradójico: el auge de restaurantes y centros de recreación que están fuera del alcance de la gran mayoría. Un reflejo de esta contradicción se encuentra en el perfil de Instagram Super_fla_cuba, dedicado a “descubrir” experiencias gastronómicas y negocios, conocidos en la isla como “emprendimientos” o MIPYMES, que se destacan por su lujo y exclusividad.
Detrás de Super_fla_cuba está Flabia Blanco, una joven cubana de 25 años, estomatóloga de profesión, quien se ha convertido en creadora de contenido digital. Con más de 84 mil seguidores, su perfil se ha transformado en una ventana a estos mundos, donde realiza reseñas y promociona los restaurantes que visita. Sin embargo, este proyecto se sostiene sobre una realidad incómoda: los dueños de estos locales le pagan por sus visitas y los videos que realiza en sus establecimientos. A pesar de ello, Flabia asegura que su única condición es la libertad para opinar sobre lo que experimenta en cada lugar.
Lo curioso es que estas opiniones se centran casi exclusivamente en aspectos superficiales: la calidad y presentación de los platos, la decoración del lugar y, en ocasiones, los precios. No obstante, estas críticas suelen ser positivas, a pesar de que los costos son exorbitantes para el cubano promedio. Flabia se defiende argumentando que no es ella quien fija los precios, una realidad que no se puede ignorar.
En uno de sus recientes videos, Flabia visitó el restaurante “El Balcón de Bruno y Pilar”, ubicado en 21 entre E y F en el Vedado, La Habana. Según sus propietarios, el lugar está especializado en comida criolla e internacional, con precios que oscilan entre los 1,400 pesos cubanos por un almuerzo ejecutivo, 7,000 pesos por un enchilado de calamar, 2,900 pesos por un bistec de res, y 1,700 pesos por una limonada “frescura”. En total, la cuenta de esa visita alcanzó los 16,489 pesos, incluyendo una propina obligatoria del 10%, una cifra astronómica si se compara con el salario básico mensual de la mayoría de los cubanos, que no supera los 2,000 pesos.
Más allá de la comida, en el video de Super_fla_cuba se puede observar cómo la decoración del restaurante incluye una fotografía del comandante Fidel Castro, un símbolo cargado de connotaciones en Cuba. Este detalle podría interpretarse como un gesto de lealtad al régimen, un intento de legitimación o quizás una protección simbólica contra posibles inspecciones gubernamentales. Sin embargo, Flabia no hace mención alguna de este detalle, ignorando un aspecto que, para muchos, sería relevante en el contexto cubano.
El verdadero trasfondo de estos “emprendimientos” y del trabajo de influenciadores como Flabia es la existencia de un mundo paralelo al de la mayoría de los cubanos. Este universo está dirigido a una élite económica que puede permitirse el lujo de disfrutar de servicios gastronómicos que, en cualquier otro lugar del mundo, serían accesibles para un público más amplio. En Cuba, sin embargo, estos placeres están reservados para unos pocos, mientras la mayoría solo puede soñar con ellos.
La decoración de estos lugares, en particular la exaltación de figuras como Fidel Castro, añade un elemento perturbador al contexto. La glorificación de un líder que muchos consideran responsable de las penurias que enfrenta el pueblo cubano resulta insultante, una forma de dar la espalda a la realidad de la mayoría. Así, mientras algunos disfrutan de este lujo exclusivo, la mayoría de los cubanos sigue lidiando con las dificultades del día a día, creando un abismo cada vez mayor entre ambos mundos.
Este enfoque ofrece una narrativa más crítica y estructurada, resaltando las contradicciones que plantea la situación descrita y el impacto que tiene en la población cubana.







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