El pasado martes 13 de agosto de 2024, un trágico accidente laboral ocurrió en el municipio de La Lisa, La Habana, cuando un grupo de linieros de la Unidad Empresarial de Base (UEB) La Lisa atendía una queja recibida por el Centro de Atención Telefónica de la Empresa Eléctrica. Según la nota informativa emitida por el Departamento de Comunicación Institucional de la empresa, el equipo se dirigió a la calle 28, entre 251 y 253, en la localidad de Punta Brava, para enderezar una cruceta afectada. Durante el proceso, el liniero especializado Pedro Miguel Pérez Cabrera hizo contacto accidental con una de las fases, lo que resultó en un accidente que finalmente le costó la vida.
A pesar de los esfuerzos de sus compañeros para aplicar los protocolos de primeros auxilios y reanimación cardiopulmonar, y del traslado inmediato al policlínico más cercano por parte de los bomberos, el liniero falleció. La nota oficial insiste en que el trabajador contaba con todos los medios de protección requeridos y que la causa del accidente fue una violación de los procedimientos establecidos, atribuyendo la tragedia a un error conductual.
Sin embargo, este trágico suceso pone en evidencia un problema más profundo: las precarias condiciones laborales y la falta de recursos adecuados que enfrentan los linieros en Cuba, una realidad que no puede ser ignorada.
Condiciones laborales precarias: Un riesgo permanente
Aunque la nota oficial subraya que el liniero accidentado «contaba con todos los medios de protección», los testimonios de otros trabajadores del sector eléctrico en Cuba contradicen esta afirmación. Los linieros en la isla frecuentemente denuncian la falta de equipos de protección personal (EPP) en buen estado, como guantes dieléctricos, cascos y botas aislantes. Incluso cuando se les proporcionan estos recursos, a menudo son de baja calidad o están deteriorados por el uso prolongado, lo que aumenta el riesgo de accidentes mortales como el ocurrido en La Lisa.
Además, los linieros suelen trabajar en condiciones extremadamente difíciles, con jornadas laborales prolongadas y bajo presión para restablecer el servicio eléctrico en el menor tiempo posible, especialmente en situaciones de emergencia. Estas circunstancias, combinadas con la escasez de materiales adecuados y la infraestructura eléctrica obsoleta del país, crean un ambiente laboral altamente peligroso.
La responsabilidad de las instituciones
Es preocupante que, en lugar de reconocer y abordar estas carencias, las autoridades cubanas tiendan a culpar exclusivamente a los trabajadores por los accidentes laborales, atribuyendo las tragedias a supuestos «errores humanos» y violaciones de los protocolos. Esta postura no solo ignora las deficiencias estructurales y materiales, sino que también perpetúa una cultura de culpabilización que invisibiliza las verdaderas causas de los accidentes en el trabajo.
En muchos casos, los linieros se ven obligados a improvisar soluciones ante la falta de recursos, lo que incrementa el riesgo de accidentes. Además, la capacitación en materia de seguridad laboral puede ser insuficiente o no estar actualizada, lo que deja a los trabajadores expuestos a peligros que podrían evitarse con una mejor formación y equipos adecuados.
Un llamado a la acción
La muerte de Pedro Miguel Pérez Cabrera debe ser un llamado de atención para las autoridades cubanas y la Empresa Eléctrica de La Habana. Es imperativo que se realice una revisión exhaustiva de las condiciones laborales de los linieros, asegurando que estos cuenten con equipos de protección en óptimo estado y con la capacitación necesaria para realizar su trabajo de manera segura.
Asimismo, es crucial que las instituciones reconozcan las limitaciones y deficiencias actuales, y trabajen en conjunto con los trabajadores para mejorar las condiciones laborales, en lugar de culparlos cuando ocurren accidentes. La seguridad en el trabajo es una responsabilidad compartida, y solo mediante la cooperación y la inversión en recursos adecuados se podrán prevenir futuras tragedias.
La pérdida de un trabajador en estas circunstancias es una tragedia que deja en evidencia las fallas del sistema. Es momento de actuar para proteger la vida de quienes, día a día, se enfrentan a riesgos inherentes en su labor por garantizar el suministro eléctrico en Cuba.







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