El puerto de La Habana ha recibido esta semana la llegada de tres buques rusos pertenecientes a la Flota del Báltico. El buque escuela Smolny, el buque patrullero Neustrashimy y el buque petrolero de alta mar Yelnya estarán en Cuba del 27 al 30 de julio. Esta visita sigue a la reciente presencia de otros buques navales rusos en la isla, que generó un considerable revuelo internacional.

En junio, Cuba acogió la visita del submarino nuclear ruso Kazan, la fragata rusa Gorshkov, el petrolero de flota Pashin y el remolcador de rescate Nikolai Chiker. La estadía de estos navíos en aguas cubanas durante seis días fue vista por muchos observadores como una potencial amenaza de Rusia hacia los Estados Unidos y la región.

La respuesta de Estados Unidos no se hizo esperar. El Comando Sur de Estados Unidos desplazó un submarino nuclear de la Armada estadounidense a la base naval de Guantánamo. Esta medida subrayó la preocupación de Washington respecto a la creciente actividad naval rusa en el Caribe.

Paralelamente, el ejército canadiense también reaccionó al incremento de la presencia naval rusa. El buque de guerra ‘HMCS Margaret Brooke’ de la Marina Real Canadiense atracó en el Puerto de La Habana como parte de sus esfuerzos de monitoreo de los buques rusos.

La visita de estos nuevos buques rusos, que incluye el Smolny, especializado en la formación de cadetes navales, el Neustrashimy, un buque patrullero de alta capacidad, y el Yelnya, un petrolero de alta mar, refuerza la presencia naval rusa en el Caribe. Este despliegue ha suscitado preocupaciones sobre las intenciones de Moscú en la región y la respuesta que podría provocar en el contexto geopolítico actual.

Las implicaciones de esta presencia naval extendida y las respuestas de Estados Unidos y Canadá indican un aumento de la tensión en el Caribe. La comunidad internacional observa con atención cómo se desarrollan estos eventos y qué pasos tomarán las potencias involucradas. La visita de la Flota del Báltico rusa a Cuba, en este contexto, simboliza no solo un fortalecimiento de los lazos entre Moscú y La Habana, sino también una demostración de poder que resuena más allá de las costas cubanas.

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