En un emotivo y contundente video enviado a la redacción de ClickCuba, Abraham Andrés González Miranda narró su desgarradora experiencia tras ser víctima de un asalto violento ocurrido hace una semana en las inmediaciones del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) en La Habana. Durante el asalto, sufrió heridas graves y le robaron su celular. Sin embargo, a pesar de la gravedad del ataque, González Miranda expresa su desilusión ante la falta de acción de las autoridades policiales.

«En cuanto a la actuación de la policía sobre mi caso, aún no tengo noticias. Tampoco guardo esperanza de que las tenga porque casi me matan por quitarme un celular», declara con evidente frustración. González Miranda cuestiona la prioridad que la policía otorga a casos como el suyo, considerándolos de «bajo perfil». Señala que esto refleja una indiferencia hacia los ciudadanos que han sufrido delitos similares.

A pesar de la grave situación, González Miranda destacó la «extraordinaria» atención que recibió en el hospital, reconociendo la dedicación de los médicos y enfermeras, quienes trabajan en condiciones extremadamente precarias. «La atención extraordinaria de los médicos y enfermeras, aún con la falta de recursos que tienen, fue extraordinaria», afirmó, subrayando la escasez de medicamentos y materiales básicos en los hospitales cubanos.

La narración de González Miranda también revela un panorama preocupante sobre la seguridad en la zona donde ocurrió el asalto. Según cuenta, el día del incidente se produjo al menos tres asaltos más en la misma área. «Déjenme decirles que ese día, que eran casi las 1 de la tarde, ya habían ocurrido en esa zona tres asaltos», detalló, evidenciando la frecuencia y la impunidad con la que operan los delincuentes.

González Miranda también relató un incidente reciente en el que una señora fue asaltada a plena luz del día en una parada de autobús. En este caso, fue la comunidad y no la policía quien logró capturar al asaltante. «Las personas, el pueblo, les cayó atrás, cogieron al asaltante, un muchacho que no tenía 22 años todavía. Y le dieron con todo», dijo, indicando la desesperación de los ciudadanos por tomar justicia por sus propias manos ante la ineficacia policial.

El testimonio de González Miranda concluye con una reflexión sobre el estado del sistema penitenciario en Cuba, sugiriendo que lejos de rehabilitar, las cárceles podrían estar contribuyendo a la formación de delincuentes más violentos. «En las cárceles de aquí en Cuba lo que hacen es educarlo para que se haga más violento y más terrible aún», lamentó.

Este desgarrador relato pone en evidencia no solo la creciente inseguridad en La Habana, sino también las profundas deficiencias en el sistema de justicia y salud del país. La situación de González Miranda, marcada por la violencia y la desilusión, resuena con la de muchos otros ciudadanos que se sienten desprotegidos y olvidados por las autoridades.

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