En la madrugada del 13 de julio de 1994, setenta y dos cubanos, desesperados por escapar de la opresión y la miseria que les imponía el régimen castrista, abordaron el remolcador «13 de Marzo». Esta embarcación se convirtió en su última esperanza de libertad, un deseo profundo que ha movido a miles de cubanos durante más de seis décadas de dictadura.
Apenas el remolcador dejó atrás la bahía de La Habana, comenzó una pesadilla. Tres remolcadores gubernamentales, identificados como Polargo 2, Polargo 3 y Polargo 5, acecharon a la embarcación. Equipados con mangueras de alta presión, estos remolcadores comenzaron a lanzar potentes chorros de agua contra el «13 de Marzo». La disparidad de fuerzas era evidente: los modernos y pesados remolcadores de acero embistieron sin piedad a la frágil embarcación.
En un acto de desesperación, los pasajeros del «13 de Marzo» sacaron a sus hijos a la cubierta, esperando que los atacantes mostraran compasión. Pero los remolcadores continuaron su brutal asalto, arrancando a los niños de los brazos de sus padres y arrojándolos al mar. Después de aproximadamente 45 minutos de implacable ataque, el remolcador comenzó a hundirse. La embarcación se detuvo y los sobrevivientes intentaron rendirse, pero la agresión no cesó.
El trágico desenlace fue inevitable. A las 4:50 de la madrugada, el «13 de Marzo» se hundió, llevándose consigo a 41 personas, incluidas 12 niños. Los sobrevivientes, ahora en el mar, lucharon por sus vidas mientras los remolcadores continuaban creando olas y remolinos, intentando ahogarlos.
Solo cuando un barco mercante griego se acercó a la escena, los remolcadores detuvieron su ataque y comenzaron a rescatar a los sobrevivientes restantes. Los 31 sobrevivientes fueron llevados a la base naval de Jaimanitas y luego a Villa Marista, donde fueron sometidos a interrogatorios. El régimen cubano guardó silencio durante días, y cuando finalmente se pronunció, describió el evento como un accidente.
La comunidad internacional reaccionó con indignación. Organizaciones como Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunciaron el acto como un homicidio deliberado. Sin embargo, hasta la fecha, el régimen cubano no ha llevado a juicio a los responsables.
El hundimiento del remolcador «13 de Marzo» es un recordatorio doloroso del costo de la libertad y de la brutalidad de un régimen dispuesto a todo para mantener su control. Por más de 65 años, los cubanos han vivido bajo una dictadura que ha sofocado sus voces y limitado sus derechos. Esta tragedia es solo una de las muchas historias de sufrimiento y esperanza que definen la lucha del pueblo cubano por un futuro mejor.
En medio de este oscuro capítulo, el espíritu de quienes buscan la libertad persiste, recordándonos la importancia de seguir abogando por los derechos humanos y la justicia en Cuba. La memoria de las víctimas del «13 de Marzo» continúa siendo un símbolo de resistencia y un llamado a la acción para todos aquellos que creen en un mundo libre y justo.







Deja un comentario