En el Día Mundial del Chocolate, es importante reflexionar sobre la ironía que enfrenta Cuba, un país con un rico pasado vinculado a este dulce manjar, pero donde los niños hoy tienen un acceso limitado al chocolate. La historia del pueblo de Hershey, conocido actualmente como Camilo Cienfuegos, ejemplifica esta paradoja de manera perfecta.

Milton Hershey, el magnate del chocolate estadounidense, fundó el pueblo de Hershey en 1916 con el propósito de asegurar el suministro de azúcar para su compañía, Hershey’s, en Pensilvania. Hershey construyó un «pueblo modelo» en la localidad de Santa Cruz del Norte, a unos 45 kilómetros de La Habana. Este asentamiento contaba con modernas infraestructuras para su tiempo: casas, una clínica, un cine, un colegio, tiendas, y un ferrocarril eléctrico que aún opera hoy​​.

El «Central Hershey» comenzó a operar en 1918, convirtiéndose rápidamente en un centro neurálgico para la producción de azúcar destinada a la elaboración de chocolate. La comunidad, construida alrededor del ingenio azucarero, prosperó bajo el liderazgo de Hershey, quien no solo se preocupó por la productividad, sino también por el bienestar de sus trabajadores​.

El pueblo de Hershey fue diseñado para proporcionar una alta calidad de vida a sus habitantes. Milton Hershey creó un ambiente que reflejaba su filosofía de bienestar para sus trabajadores. El pueblo contaba con viviendas adecuadas, instalaciones recreativas, una clínica médica y escuelas, asegurando que las necesidades básicas de todos los residentes estuvieran cubiertas. Además, el ferrocarril eléctrico construido por Hershey no solo transportaba azúcar, sino que también conectaba a la comunidad con la bahía de La Habana, facilitando el comercio y la movilidad​.

El ferrocarril de Hershey, único en su tipo en Cuba, fue un testimonio de la innovación y el compromiso de Hershey con la eficiencia y el bienestar de sus empleados. Desde el 2017 dejó de funcionar pasado el Huracán Irma que destruyo lo poco que quedaba y nunca fue reparado.

Después de vender el ingenio en 1946 y con la revolución de 1959, el ingenio fue nacionalizado y continuó funcionando hasta 2002. Sin embargo, la caída de los precios del azúcar y la pérdida de mercados internacionales forzaron el cierre de muchos ingenios en Cuba, incluyendo el de Hershey. Hoy, el otrora próspero pueblo de Hershey se encuentra en declive, con muchos de sus edificios y estructuras originales en estado de abandono​​.

El ferrocarril eléctrico, aunque aún en funcionamiento, sirve más como un atractivo turístico que como una arteria vital para el transporte de azúcar. El pueblo se ha transformado en un «pueblo fantasma», con una pequeña población que vive en condiciones precarias, rememorando una era de prosperidad que se ha desvanecido​.

Hoy, en el Día Mundial del Chocolate, la situación de Hershey subraya una triste ironía. Pese a su historia intrínsecamente ligada a la producción de uno de los dulces más queridos del mundo, los niños cubanos tienen un acceso limitado al chocolate debido a las dificultades económicas que enfrenta el país. Mientras que Hershey se aseguraba de que sus trabajadores tuvieran acceso a todos los productos necesarios para vivir cómodamente, la realidad actual es que muchos cubanos no pueden disfrutar de un lujo que alguna vez estuvo al alcance de sus manos​​.

La historia de Hershey, o Camilo Cienfuegos, no solo es un testimonio del impacto de la industria azucarera en Cuba, sino también una reflexión sobre cómo las circunstancias económicas y políticas pueden transformar radicalmente una comunidad. En este día, mientras el mundo celebra el chocolate, es importante recordar a aquellos que, a pesar de estar tan cerca del legado de este dulce, no pueden disfrutarlo plenamente.

En un mundo donde el chocolate es celebrado globalmente, la historia de Hershey sirve como un recordatorio del impacto de la economía global y las decisiones políticas en la vida cotidiana de las personas. En Cuba, los niños crecen escuchando historias de un pasado dorado vinculado al chocolate, pero enfrentan una realidad donde ese dulce manjar es un lujo inaccesible. Es un contraste agridulce que merece nuestra atención y reflexión en este Día Mundial del Chocolate.

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