En medio de la difícil situación que enfrenta el sistema de salud en Cuba, la historia de la pequeña Alena Acosta, una niña de solo un año de edad, se ha convertido en un grito de auxilio que resuena en los corazones de quienes la conocen. Alena, la hija de un joven padre que padece de Lupus, ha pasado los últimos siete meses de su vida luchando contra el Síndrome Nefrótico en hospitales de Manzanillo y Santiago de Cuba.

Desde su diagnóstico, la vida de Alena y su familia ha sido un torbellino de desafíos médicos y emocionales. Su estancia prolongada en el Hospital Infantil de Manzanillo y el Hospital Pediátrico de Santiago de Cuba ha estado marcada por una serie de complicaciones, incluidas múltiples cirugías y diálisis. A pesar de las crisis y los momentos en los que se temía lo peor, Alena ha demostrado una fortaleza admirable, superando obstáculo tras obstáculo.

Sin embargo, la situación sigue siendo grave. Recientemente, Alena ha comenzado a orinar sangre y su cuerpo se ha hinchado, signos alarmantes de que su condición podría estar empeorando. A pesar de los esfuerzos de los médicos y el apoyo constante de su familia, la pequeña continúa luchando por su vida en un sistema de salud que se enfrenta a limitaciones severas, como la escasez de ambulancias para trasladar a los pacientes entre hospitales.

La desesperación de sus padres, que ya de por sí viven con la angustia de la enfermedad del Lupus que padece su padre, se ha visto exacerbada por la impotencia de ver a su hija en este estado crítico. A través de las redes sociales y otras plataformas, su familia ha hecho un llamado urgente para que personas de buena voluntad se unan en oración por Alena y compartan su historia, con la esperanza de que llegue a alguien que pueda ofrecer la ayuda que tanto necesitan.

«Alena quiere vivir, ayudémosla,» es el ruego constante de sus familiares. No están pidiendo ayuda material, sino orientación, apoyo espiritual y la difusión de su caso. Cada oración, cada compartida, es un rayo de esperanza para esta familia que enfrenta uno de los momentos más difíciles de sus vidas.

En un contexto donde la salud y la vida dependen tanto de la solidaridad y el apoyo comunitario, la historia de Alena es un recordatorio conmovedor de la fuerza del espíritu humano y la importancia de no perder la fe. Alena ha demostrado tener unas ganas inmensas de vivir, y ahora, más que nunca, necesita que todos nos unamos para darle la oportunidad de seguir luchando.

Si deseas apoyar a Alena y su familia, comparte su historia, ora por su recuperación y mantente atento a cualquier oportunidad de brindar asistencia. La esperanza es lo último que se pierde, y con el apoyo de todos, Alena puede tener la oportunidad de una vida saludable y feliz.

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