La muerte del reconocido actor cubano Carlos Mazzola ha desatado una oleada de reacciones en redes sociales, no solo por la pérdida de una figura emblemática del arte cubano, sino también por el silencio oficial de las instituciones culturales del país. A pesar de su destacada trayectoria en la televisión y el teatro cubano, ni la Televisión Nacional, ni el Noticiero, ni el Ministerio de Cultura, ni la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), ni las agencias de actores han emitido un comunicado oficial o una mención en homenaje a su legado.
La ausencia de reconocimiento oficial ha sido objeto de críticas por parte de colegas y seguidores del actor. Una de las voces más resonantes ha sido la del también actor cubano Erdwin Fernández Collado, quien expresó su indignación a través de un emotivo mensaje en su cuenta de Facebook. Fernández Collado manifestó su descontento con las siguientes palabras: «Sé mi querido Carlos Massola que no te hubiera gustado el tiquitiqui sobre tu muerte, pero coño, ni una pequeña mención sobre tu carrera en el Arte en la Televisión Nacional, el Noticiero, Ministerio de Cultura, UNEAC, inútiles Agencias de Actores? Algo? Una despedida? Cada día sé que tengo la razón sin lugar a dudas, cada día veo más claro a los mediocres a todos los niveles, lo sucio, la basura, aunque sonrían y sean los que entreguen diplomas y reconocimientos. Pero tranquilo, nosotros tus amigos y tu público lo hicimos, y somos más».

El mensaje de Fernández Collado refleja una profunda frustración compartida por muchos en la comunidad artística y por el público que siguió de cerca la carrera de Massola. Este episodio pone en evidencia una desconexión entre las instituciones culturales y las figuras que han contribuido significativamente al patrimonio cultural del país.
El silencio oficial, según muchos observadores, se debe a la postura de crítica frontal que Mazzola mantuvo hacia el régimen cubano. Desde hace un tiempo a la fecha de su muerte, él actor no dudó en expresar sus opiniones y cuestionar abiertamente las políticas culturales y sociales del régimen, lo que podría haber llevado a esta omisión deliberada en el reconocimiento de su fallecimiento.
La falta de una despedida oficial a Carlos Mazzola no solo deja un vacío en el reconocimiento público de su obra, sino que también plantea preguntas sobre la manera en que el régimen cubano gestiona la memoria y el legado de sus artistas, especialmente aquellos que han sido críticos.
La comunidad artística y los seguidores de Carlos Mazzola continúan rindiendo homenaje a su memoria a través de tributos personales y recordatorios en redes sociales, destacando su talento, su dedicación y su impacto en la cultura cubana. Mientras tanto, el silencio de las instituciones oficiales sigue siendo un tema de discusión y un recordatorio de las tensiones latentes en la gestión cultural y en todos los sentidos del país.







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