En la prisión de Las Tunas, un joven cubano, Carlos Camacho, enfrenta una situación desesperada. Como muchos otros presos políticos en Cuba, Carlos está encarcelado injustamente, acusado de un crimen que no ha cometido. Su única «falta» parece ser pensar de manera diferente al régimen cubano.

Carlos, un activista valiente y fundador de la Comunidad Fake, ha tomado una medida extrema para protestar contra su injusta detención. Hace dos días, decidió dejar de comer y beber, adoptando una postura de «plantado». Esta es su manera de gritar al mundo que no cederá ante la arbitrariedad y que su encarcelamiento carece de fundamento.

La situación de Carlos es crítica. Necesita visibilidad y apoyo inmediato de todas las personas y organizaciones que valoran los derechos humanos. Su caso debe ser promovido, elevado y divulgado en todos los niveles posibles. La salud de Carlos está en juego, y el tiempo es esencial para evitar daños irreparables a su organismo.

La madre de Carlos, Amalia Ochoa, ha expresado su desesperación y clamor a través de su perfil de Facebook:

«Ay Jehová de los ejércitos, salva a mi niño en el nombre de Jesús. Mi niño, nunca me hubiese pasado por la cabeza vivir esta agonía de saber cómo tienes desde ayer 19 de junio tu vida en peligro, por dejar de consumir agua y alimentos, luchando porque se haga la JUSTICIA de tu libertad, ya que estás consciente de tu inocencia. Mi hijito único, mi única familia inmediata, preso en el Típico de Las Tunas, en negación de comer y tomar agua. Yo sabiendo que a las 72 horas comienza el deterioro irreversible de su organismo y con tantas patologías médicas, por más que lo intenté persuadir, no lo pude detener… Dice mami: NINGÚN SER HUMANO SIN DELITO ALGUNO PUEDE SER PRIVADO DE SU LIBERTAD, POR SOLO PENSAR DIFERENTE.»

La detención de Carlos Camacho no es un caso aislado, sino un reflejo de la represión sistemática que el gobierno cubano ejerce sobre aquellos que se atreven a cuestionar su autoridad. El régimen de La Habana continúa utilizando tácticas de intimidación y encarcelamiento para silenciar a sus críticos, violando flagrantemente los derechos humanos fundamentales.

Carlos está detenido injustamente solo por ejercer su derecho a la libertad de pensamiento. Su protesta y la desesperación de su madre son un testimonio de la grave situación de los derechos humanos en Cuba. Es evidente que el sistema judicial cubano, controlado por el Estado, carece de imparcialidad y se utiliza como una herramienta de represión política.

El caso de Carlos Camacho debe servir como un llamado de atención urgente a la comunidad internacional. Es imperativo que organizaciones de derechos humanos, gobiernos extranjeros y ciudadanos de todo el mundo se movilicen para exigir la liberación inmediata de Carlos y de todos los presos políticos en Cuba.

La libertad es un derecho fundamental de cualquier ser humano, y es nuestro deber luchar por aquellos a quienes se les niega este derecho. Ayudemos a Carlos Camacho a recuperar su libertad y a denunciar las injusticias que enfrenta. La solidaridad y la presión internacional son esenciales para lograr un cambio en un sistema que perpetúa la opresión y la injusticia.

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