Livan Fuentes Álvarez, ex Presidente de la Asamblea del Poder Popular en Isla de Pinos (actualmente Isla de la Juventud), le fue denegado el ingreso a los Estados Unidos. Álvarez, quien habría obtenido el Parole a través de su familia, se vio obligado a regresar a Cuba tras su llegada al aeropuerto internacional de Miami.
Este incidente subraya la creciente importancia de que las autoridades estadounidenses no permitan la entrada de represores del régimen cubano a su territorio. Personas como Álvarez, que ocuparon cargos significativos en el aparato gubernamental de la isla, representan un riesgo para la seguridad y la estabilidad, tanto para la comunidad cubanoamericana como para el pueblo cubano en general.
Además, este caso plantea la cuestión más amplia de qué hacer con aquellos represores que ya están en Estados Unidos. Es crucial que sean identificados y expulsados del país, y que enfrenten las consecuencias de sus acciones. Muchos de estos individuos han encontrado refugio en el exilio, lejos de la justicia que merecen, mientras que sus víctimas continúan sufriendo en silencio.
En este sentido, el llamado es claro: todos los testaferros de la dictadura cubana que hoy viven en el exilio deben ser tratados con el mismo escrutinio que Álvarez. La comunidad internacional debe unirse en la denuncia de estos individuos y en el apoyo a las víctimas que buscan justicia y reparación.
El rechazo de la entrada de Álvarez a los Estados Unidos es un paso en la dirección correcta, pero es solo el comienzo de un esfuerzo más amplio para garantizar que los responsables de violaciones de derechos humanos en Cuba y en otros lugares no puedan eludir la rendición de cuentas al encontrar refugio en el extranjero.
¿Cuál será el trato del régimen con el exdirigente de la tiranía en los venideros tiempos después de su intento de emigrar al país que consideran el enemigo?







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