Ailex relata cómo, al llegar para visitar a su hijo Ángel Jesús Véliz Marcano en el destacamento 18, fue sorpresivamente secuestrada por las fuerzas de policía nacional revolucionaria y la seguridad del Estado sin entender el motivo de su detención.

En su espera afuera del centro penitenciario, Ailex clama por respuestas del jefe del establecimiento, Jordán Escalona González. Su única demanda es una fe de vida para su hijo, en quien reposa toda su esperanza y preocupación.

Ailex sostiene que este acto de violencia fue perpetrado para amedrentarla y obligarla a dejar el país, con el objetivo de perturbar la estabilidad emocional de Ángel Jesús. Sin embargo, su determinación es inquebrantable: no se moverá de ese lugar hasta tener la certeza de que su hijo está a salvo.

La narración de Ailex resalta la desesperación y vulnerabilidad de las familias de los presos políticos. Su valiente testimonio arroja luz sobre la opresión y el sufrimiento que muchas familias enfrentan en situaciones similares en todo el país.

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